MIAMI, Estados Unidos – El martes 10 de octubre, mi amigo Alfredo Triff me pidió que presentara su nuevo libro, Por qué el pueblo cubano (aún) apoya el castrismo (Editorial Éxodo), junto con el también aclamado escritor Andrés Reinaldo.
Tanto Trifu como Reinaldo llegaron a estas costas como parte del espectacular éxodo del Mariel. Intelectuales que intentaron amedrentar al castrismo abandonaron el país en las más siniestras circunstancias, pero superaron tan terribles vicisitudes y dejaron una huella imborrable en la cultura cubana libre.
Durante mis casi 30 años de trabajo en el departamento de prensa del Miami Dade College, tuve la suerte de conocer al profesor Alfredo Trifu, que enseñaba filosofía en el Departamento de Humanidades del Wolfson Campus.
Confieso que siempre admiré a este educador. Era respetado por los estudiantes en los pasillos del College y era como un Sócrates moderno. Mi respeto por su talento se acrecentó aún más cuando más tarde descubrí que era violinista y compositor de música cubana de vanguardia, incluida en la banda sonora.
Alfredo es un bibliógrafo inquieto y desafiante que no tolera el olvido y mucho menos la indiferencia. Con su estilo didáctico bien elaborado, su sentido del humor y el uso conciso del lenguaje, nos cautiva y convence con sus ideas como si estuviera disfrutando de una conversación franca.
Independientemente de la racionalidad y trascendencia de los temas dilucidados para nuestro placer y comprensión, es de agradecer que la «metatranca» no aparezca en estas páginas como en otros ensayistas nacionales.
En la primera parte se adentra, como un explorador, en la selva de la iniquidad en la que actualmente se encuentra sumida América.
Alfredo se enfunda su traje de combate filosófico y, como un superhéroe imprescindible en nuestra politizada época, nos ayuda a comprender las trampas y los escollos de los llamados «progre-verdes». Su respuesta a la pregunta «¿qué es el voxismo?» parece un tópico de la poesía estructuralista, como revela el siguiente fragmento:
Alfredo no se atiene a eufemismos. Los cerdos no aprecian las rosas. El autor fue desterrado como esquirol del estercolero castrista, así que conoce el paño. En la democracia más exitosa y longeva de la historia de la humanidad crecieron algunos de los conceptos antinaturales que ahora exigen novedad, como el marabú.
Existe sin duda un vínculo secreto entre la primera y la segunda parte de este libro. Desde la prehistoria hasta el presente, se expone una teoría incontestable de los males y conocidos fracasos del castrismo.
La cuestión de por qué una parte de la opinión pública cubana sigue apoyando esta ideología fracasada se extiende a las sofisticadas capas elitistas de la izquierda que siguen sometiendo a Castro en el centro del poder económico y cultural mundial, pero que siempre se han distanciado de sus tropelías.
El libro de Alfredo, sin embargo, utiliza la experiencia histórica, las anécdotas personales y literarias, y aporta las especulaciones filosóficas y antropológicas de otros autores que han estudiado los avatares del fenómeno comunista, para dilucidarlo desde distintos ángulos.
El libro me recordó una conversación que tuve con el arquitecto Nicolás Quintana. Él sabía que, bajo el calvario de Castro, la «carrera hacia la miseria desquiciada» de su ciudad favorita, La Habana, podría recuperarse en el futuro.
También le recordaba algunas de las destacadas filmografías que especulaban sobre la devastación de La Habana: ‘Las camas solas’ (2006), de Sandra Gómez, ‘Buscándote Habana’ (2007), de Arena Rodríguez, y las de Ricardo Vega Fiel Castro (2011), y Elena (2012), dirigida por Marcelo Martín. El libro de Alfredo organiza estas y otras situaciones relativas a la hecatombe castrista. Traza un mapa alucinante para la posteridad.
Cuando se refiere al fracaso de la barriada de Alamar y al irracional sistema constructivo de las llamadas «microbrigadas», me encontré de nuevo al pie de la obra, al pie de aquella fatídica experiencia, plagada de inoperancia y desesperanza.
Por qué el pueblo cubano (todavía) apoya al castrismo es una especie de axioma que nunca deja de atormentarnos. Cientos de personas se sublevan un buen día, mientras otros cientos que no tienen más que ganar son furiosamente reprimidos y se les revoca su ansiada oportunidad de libertad.
Como revela Alfredo, la bella capital de La Habana ha sido vindicativamente ruralizada por el mismísimo Fidel Castro, pero sus habitantes han sido zombificados, como ironiza Alejandro Bruges en su extraordinario largometraje Juan de los muertos (2011)
Alfredo Trifu ha escrito un endeble manual, un libro de texto para descreídos, sobre las trampas y maldades del castrismo.
Muestra el temprano apoyo popular a muchos de sus males y explica cómo ha sobrevivido a muchas de las consecuencias anunciadas por la represión y la complicidad.
A continuación reproduzco el texto que escribí en la contraportada de este libro. En una época de decadencia intelectual y de emboscadas que ponen en tela de juicio los valores de la cultura occidental, ningún libro podría ser más oportuno. El libro es la dramaturgia de una clase franca y democrática, donde los conceptos más complejos se vuelven transparentes a nuestro entendimiento egocéntrico. El lenguaje de Triff es políticamente incorrecto, expositivo y lleno de humor criollo».