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Equilibrio inimaginable del pensamiento

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Si somos lo que proyectamos hasta que lo conseguimos, entonces sea cual sea la parte de lo que alguna vez hemos adquirido, sea cual sea la parte que hemos seguido haciendo crecer en nuestro ser (conci.

Si somos lo que proyectamos hasta que lo conseguimos, entonces sea cual sea la parte de lo que alguna vez hemos adquirido, sea cual sea la parte que hemos seguido haciendo crecer en nuestro ser (conciencia), algo nos dice que hasta ahí nos está permitido llegar. ¿Cómo podemos comprender que el cansancio nos golpeará hasta que nos lo diga? No hay respuesta a esta afirmación. No hay respuesta.

Poco importa que seamos pura incertidumbre acerca de la insatisfacción del hombre consigo mismo, de cómo piensa de sí mismo, de si se le da lo que se le da vueltas de acuerdo con su realidad, de cómo la propia sociedad le grava, tal vez desde el principio, o desde el final Puede venir de lo mismo a la conclusión de que no lo es.

Pues abarca todo tipo de complejidades, desde el pensamiento religioso hasta la economía, pasando por cómo nos vemos frente al espejo.

Vivir entre el pensamiento y el ser

Se puede pensar que la felicidad proviene de cosas que se adquieren sin descanso o que se forjan de algún modo por las circunstancias (son posibles otros conceptos), o hay quien piensa que son los momentos los que tienen el potencial de «aprovecharlos», y que la gente los hace suyos hasta que se envanecen.

Tal vez lo que nos hace felices es pensar en ello, proyectarlo, entusiasmarnos con ello, y si esto ocurre, comienza la pereza espiritual.

Quizás esta sea la etapa más satisfactoria para caer en la felicidad y en un comprensible atraso. Toda esa energía proviene de poner «trampas» para el futuro inmediato. Cuando contemplemos los detalles y las circunstancias de esa «trampa», definirá su resultado.

Cuando se vive en el plano del progreso cinematográfico, como cebo para ir a verlo, siempre se pone en jaque mate cómo obedecemos y nos proyectamos en la siguiente hora, día, mes o año con respecto a la felicidad, a lo que podría haber pasado después o antes de la pandemia y a lo que nos No es algo que haya que buscar, sino avanzar hacia una realidad en la que pensar.

Todo lo que hemos vivido nos ha puesto en un estado de ansiedad sobre nosotros mismos y los demás que es inimaginable, si no brutal, contemplar. Tal vez fuera así antes de la pandemia, ya que todo se cuenta por individualidades hasta alcanzar un número que se convierte en colectivo ……. El hecho de que todos estuvieran atrapados en la ansiedad de la muerte inminente les privó de la seguridad de verse seriamente como un pasaje a un lugar «feliz» que no lo era tanto para su experiencia anterior a la pandemia y su realidad posterior.

Si hay un concepto en el que todo el mundo piensa sin cesar, ése es el de la felicidad. Cuando se pronuncia la palabra felicidad, se nos llena la boca de nubes, prevemos un día luminoso con luz fosforescente al atardecer y la asociamos a nuestra vida. Y en cuanto las palabras son sustituidas por otras secas, chocamos contra los muros que construimos y derribamos cada día.

¿Es el pensamiento de lo inalcanzable lo que provoca el pensamiento cansado? Todo nos conduce a nosotros mismos, de lo que queremos escapar.

Huimos de todo y, como resultado, nos persiguen. Somos el resultado de nosotros mismos, incapaces de evitarlo porque somos el Otro.

Como somos uno, un solo paso, los ecos perduran hasta convertirse de nuevo en voces, que vuelven y perduran como ecos fantasmas.

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