Transcurridas tres semanas de la guerra israelo-palestina, Tel Aviv empieza a sentir la presión de las organizaciones internacionales.
El nivel de tensión llegó el martes a la ONU, con el Secretario General Antonio Guterres hurgando en la colmena, al declarar que el atentado de Hamás del 7 de octubre, que dejó 1.400 muertos, era el resultado de años de violenta ocupación israelí de Palestina.
Es la primera vez que el jefe de una organización mundial pronuncia tales palabras, y llega en un momento de crecientes demandas de cese de hostilidades y aceptación de ayuda humanitaria.
Por supuesto, los países del Este no se quedaron de brazos cruzados y pidieron la dimisión de Guterres o la disolución de la ONU.
La delegación israelí en la ONU llegó a sentar en el banquillo al Secretario General en una reunión programada para debatir la crisis, declarando que esa postura era inaceptable.
Aliados.
Estados Unidos salió inmediatamente en defensa de sus aliados y defendió sus acciones en la Franja de Gaza, donde han muerto más de 6.000 personas.
En el Consejo de Seguridad, el Secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, afirmó que Israel tenía derecho legítimo a defenderse de los ataques perpetrados por el grupo Hamás el 7 de octubre, que causaron un total de 1.400 muertos y más de 200 secuestrados.
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También amenazó con que Washington podría incluso entrar en el conflicto si sus intereses se vieran afectados en Oriente Próximo, y envió una advertencia a otros países para que no interfirieran en los enfrentamientos entre ambos países.
Esto se produce tras las amenazas y acusaciones de que Irán estuvo detrás de los atentados del 7 de octubre y que supuestamente está proporcionando apoyo logístico a Hamás en su lucha contra Israel.
Acción inmediata.
Debido a la fricción creada por los comentarios del Primer Ministro Guterres el día anterior, el Primer Ministro Benjamin Netanyahu decidió no expedir visados a los miembros de la ONU que están intentando mediar en la situación.
Se trata de una situación sin precedentes y una declaración directa de las crecientes diferencias entre Israel y la ONU.
En un momento en que cada vez es más necesaria una solución definitiva al conflicto histórico entre dos Estados divididos por ideologías religiosas, territoriales y políticas, miles de familias han muerto y decenas de miles de civiles palestinos han quedado atrapados en el fuego cruzado de la ofensiva israelí contra Gaza.
