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Luchas religiosas

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Hay una lucha de poder en la Iglesia católica dominicana. No se trata de un cisma mayor, sino de la imposición de un grupo emergente frente a líderes del siglo XX. Esta renovación está enmarcada.

Hay una lucha de poder en la Iglesia católica dominicana. No se trata de un cisma mayor, sino de la imposición de un grupo emergente frente a líderes del siglo XX.

Esta renovación está enmarcada en el control de la Conferencia del Episcopado Dominicano y la Cámara de Obispos. Se ha convertido en una iglesia más conservadora, refugiándose en la predicación cristiana y abandonando el liderazgo del cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez.

La retirada de facto del cardenal López Rodríguez ha dado lugar al deseo y la ambición. La mayoría de los sacerdotes que siguieron al Cardenal López Rodríguez fueron apartados de sus puestos de liderazgo, mientras que otros ya se habían jubilado o fallecido.

Para los sacerdotes bajo el liderazgo del Cardenal López Rodríguez, fue un golpe devastador cuando el Cardenal López Rodríguez dejó el trabajo diario, el Cardenal Agripino Núñez Corrado murió y los demás sacerdotes se ausentaron física o mentalmente.

Más recientemente, renunciaron los obispos Víctor Masalles, de Baní, y Freddy Bretón, de Santiado. Masalles tiene edad suficiente para seguir predicando y trabajando, por lo que su dimisión no está justificada ni es comprensible.

Se fue a Barcelona y pronto regresó a la República Dominicana para un periodo de silencio y observación. Bretón tenía ya 75 años. Siempre se ha dejado al libre albedrío de los obispos.

Las luchas intestinas en la Iglesia católica nunca han sido divisorias. Un grupo gana al otro y todo sigue igual. Los purgados no tienen ninguna función y quedan a la espera de días mejores, que pueden ser eternos y puede que nunca lleguen. Lo más importante es que, cuando López Rodríguez se jubile oficialmente, peligra quién le sucederá en el cardenalato.

Los obispos tienen autoridad en sus respectivas diócesis, pero los que ocupan la archidiócesis de Santo Domingo y supervisan la Conferencia Episcopal Dominicana son de rango superior.

Teológicamente, no hay cambios en la interpretación de las Escrituras y todos obedecen a sus votos, pero en los cargos a alcanzar, está por ver quién será el más osado y quién el más afortunado. Desgraciadamente, me he quedado sin tinta.

Manuel Hernández Villeta’.

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