París, 22 oct (EFE) — Ya sea representando a un dócil lobo junto a la poderosa Caperucita Roja o criticando la hipocresía de Emmanuel Macron, las paredes de París son un escaparate de arte «democrático y poderoso y abarca a un público más amplio que los museos clásicos de la capital.
«El arte urbano rompe todas las barreras sociales, desde los sin techo hasta los burgueses del oeste de París», explica a EFE Krixel, autor del libro Tribunes urbaines, murs de la vindication (Fortalezas urbanas, muros de la reivindicación), publicado recientemente.
La capital francesa, capital de la alta cocina y la moda, ejemplo de arquitectura racionalista «haussmanniana» y sede de algunos de los museos más famosos del mundo (Louvre, Pompidou, Museo de Orsay), se compara ahora con otros centros urbanos del arte como Berlín, Nueva York o São Paulo, Está recuperando el tiempo perdido.
Para Krixel, nombre artístico de este fotógrafo aficionado que conoce los muros de la capital, las tendencias puramente estéticas conviven con las de carácter más reivindicativo. El «chaleco amarillo», la crisis de los refugiados y Covid, la guerra de Ucrania y ahora el conflicto de Gaza e Israel son algunos de los temas que aborda.
Es un tema incómodo, explica, por la dificultad de expresarse en «lugares tensos como las redes sociales». A diferencia de las redes sociales, los muros están hechos de materiales como la piedra y el cemento».
El artista Jaëraymie y su proyecto «Distorsiones» es uno de los más impresionantes para este especialista parisino en arte urbano, y protagoniza la portada de su libro.
El proyecto, que comenzó unos meses antes de las elecciones presidenciales de 2022, escandalizó a muchos franceses al intervenir las fotografías de los principales candidatos. Macron con chaleco amarillo y ojos negros (denunciando la violencia policial contra este movimiento popular) y la ultraderechista Marine Le Pen con velo azul y vestida de musulmana fueron dos de los retratos más comentados e icónicos.
El lobo dócil El rico y diverso ecosistema del arte callejero parisino está tipificado por el cartel «El lobo y Caperucita Roja».
Esta reinterpretación de un cuento tradicional, que se ha realizado en gran número, sobre todo en el norte y el este de la capital, ha creado aparentemente un cierto desconcierto.
Queríamos representar a un lobo menos dominante, menos agresivo y menos violento que el del cuento, y en Caperucita Roja, a una niña que podía soltarse si quería pasearse en ropa interior», explica a EFE Thomas, autor de Loup-y-es-tu y profesor de educación física en un colegio público. Thomas explica a EFE. Thomas pintó a la loba y a su compañera, Caperucita Roja, junto con el creador «Little chaperon rouge», que desea permanecer en el anonimato.
Pintan sobre papel de póster con pintura acrílica y tinta. Thomas explica: «Caperucita tiene una cara dura que incluso te hace temerla, mientras que el lobo tiene una cara redonda y es dócil». Una vez realizados los originales (no utilizan reproducciones), los colocan en lugares a veces inesperados, como la Villa Hermitage, un auténtico rincón de casas bajas y callejuelas empedradas en pleno distrito 20 de París.
Thomas lleva años recorriendo las calles de la capital y se ha dado cuenta de que muchos parisinos están más abiertos al arte urbano, a pesar de su reticencia a las intervenciones abstractas. Mi impresión es que Covid ha cambiado radicalmente muchas cosas. Los museos estaban cerrados, la gente buscaba arte, EFE.