Sonó el teléfono y la secretaria dijo: oficina del Ministro, a lo que alguien respondió, dígale que venga lo más rápido posible al despacho del señor Presidente, así lo haré. Señor ministro le llama el Jefe, ¡¡ ¿quééé?!! dígale que voy inmediatamente y cerrando la puerta salió aún con la taza de café en la mano, iba tan rápido que se llevó la misma dejándola en un tarro con tallos de flores secas y convertido en depósito de colillas de cigarrillos que había en el pasillo, las cuales eran apagadas con reiterado escupitajos.
Llegó y un general experto en abrir puertas y que había sido reintegrado por el trabajo que realizó en favor del presidente cuando fue candidato, dijo pase, así lo hizo y dijo: buen día señor, siéntese, respondió el Presidente, y agregó: lo he llamado para que usted… sí, señor muy bien señor, como usted mande señor, puede retirarse, con mucho gusto el señor salió y mientras iba a su oficina, decía: no sé cómo lo aguanto y entró.
A las 12:30 p.m., y mientras se disponía a disfrutar de su plato de frutas que había vuelto a comer desde que lo designaron en el cargo, sonó el teléfono y la secretaria dijo, oficina del ministro,-iba a seguir cuando una voz como un trueno en tiempo de sequía cortó-, dígale que venga al despacho del señor Presidente lo más urgente posible, así lo haré.
Señor ministro, si ya lo sé, ¿él otra vez, pero hasta cuándo? Y salió corriendo como rata que huye de una serpiente, llegó y… Entre, le ordenó el mismo General.
Cuando abrió la puerta iba a saludar pero no lo hizo ya que, al señor revisaba una revista de esas que son caras y no dicen nada, así que, el señor Ministro, camino a la única silla que no estaba ocupada, tomó asiento y se preguntó: ¿pero y por qué no me informaron que era un consejo de Ministros que el señor Presidente había convocado?
Y mientras buscaba en una carpeta que siempre llevaba, notó que todos los Ministros presentes parecían como zacatecas, contemplado a un muerto, de pronto: damas y caballeros, nadie se hizo repetir, se pusieron de pies y actuando como si fueran Generales retirados en busca de ser reintegrados y se doblaron.
Señores Ministros dijo el Presidente, los aplausos fueron tal que el señor dejó ver su blanca dentadura como hecha en hormigón armado, levantó sus brazos para seguir pero nuevos aplausos se lo impidieron, volvió a reír y señaló: Señores Ministros, Yo, confié en ustedes para que me acompañaran en esta noble tarea que mi pueblo puso sobre mis hombros, así que…- más aplausos- y otra vez fueron interrumpidos por la presencia de un cuerpo de fornidos guardias vestidos de sirvientes que bandejas en manos dejaban y brindaban partes del presupuesto de la Nación, con lo cual finalizó el solemne acto del señor presidente.
El ministro fue el primero en salir y mientras caminaba se detuvo frente al tarro, agarró la taza y mirando las líneas marcadas por café dijo: parece que muy pronto habrá un terremoto.
JMH
