Roma — Almendras, alcaparras y algas son algunos de los componentes de la primera batería recargable comestible desarrollada por el ingeniero italiano Mario Caironi.
El prototipo, descrito por primera vez en un artículo de la revista científica Advanced Materials, ha atraído la atención mundial, recibiendo financiación europea y siendo nombrado ‘Invento del Año’ por la revista Time.
Un científico chino ha desarrollado una batería que carga un teléfono móvil al 90% en 10 minutos.
El doctor en electrónica lleva años estudiando las propiedades electrónicas de los alimentos y sus derivados con el objetivo de desarrollar un sensor médico que pueda ingerirse sin efectos secundarios y ser procesado por el organismo de la misma forma que se digieren los alimentos.
Nuestra principal hipótesis es que hay espacio para productos que se digieren y proporcionan información sobre nuestro estado de salud, como pastillas o sensores de temperatura y pH en el sistema digestivo», afirma.
La vitamina B2 o riboflavina extraída de las almendras actúa como ánodo y la quercetina de las alcaparras como cátodo.
Para aumentar la conductividad, se utiliza carbón activado de farmacia, el electrolito es de base acuosa y el separador, que evita cortocircuitos, está hecho de nori, el tipo de alga que envuelve el sushi.
Todo ello se encierra en un tubo de cera de abeja, del que salen dos contactos de oro comestibles, similares a los que utilizan los pasteleros para decorar. Funciona como una pila normal», explica Keroni. Tiene dos polos, positivo y negativo, y cuando se integra en un circuito, convierte la energía química en eléctrica».
Según el Instituto Italiano de Tecnología (IIT), impulsor de la investigación, la pila funciona a 0,65 V y puede suministrar 48 µA de corriente durante 12 minutos a un voltaje lo suficientemente bajo como para no causar problemas al cuerpo humano si se ingiere.
El rendimiento de este prototipo es suficiente para alimentar pequeños dispositivos electrónicos, como LED de baja potencia, añade el estudio, que ha recibido 2 millones de euros de financiación del Consejo Europeo de Investigación.
Por ejemplo, sensores de temperatura y dispositivos de comunicación desde el interior del cuerpo que informen de cuándo una tableta ha llegado al intestino.
Son resultados que acaban de salir del laboratorio, no estamos hablando de un producto», dice, y señala que ya se han ensamblado los primeros circuitos comestibles para probarlos en fluidos corporales simulados.
La perspectiva inicial es aplicar estos avances a la medicina, pero otra aplicación podría ser desarrollar dispositivos de control de calidad de los alimentos que no dejen rastros problemáticos.
Además, si la tecnología tiene éxito, el IIT afirma que también podría aplicarse a juguetes para niños pequeños, que corren un alto riesgo de ingestión accidental.
Sin embargo, los que fantasean con teléfonos móviles comestibles tendrán que esperar. Ni siquiera nos lo hemos planteado. Tenemos que evaluar la necesidad», dice Keloni.