Un día como hoy de 1960, las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa y su chófer, Rufino de la Cruz, fueron asesinados por orden del déspota Rafael Leónidas Trujillo.
Este horrible suceso conmocionó a una sociedad que llevaba 30 años gobernada por el régimen. El régimen intentó hacer de la muerte un accidente, pero pronto se supo la verdad y la tragedia avivó aún más el sentimiento antitrujillista, por lo que Trujillo fue asesinado posteriormente (concretamente el 31 de mayo de 1961). Algunos de ellos eran afines al régimen, pero ante los excesos que cometía a diario contra sus opositores, se dieron cuenta de que era el momento de poner fin a la dictadura.
Es un orgullo tener una legisladora como Farideh Rahul, dice José Horacio.
El 25 de noviembre de 1960, Patria (36), Minerva (34) y María Teresa (26) fueron sorprendidas cuando regresaban de visitar a sus maridos (Manolo Tavares, Pedro Antonio González y Leandro Guman) en la prisión de Puerto Plata. También habían estado en prisión tres meses antes, pero fueron liberadas por orden de Trujillo, que ya había decidido la pena de muerte.
Luego, en la autopista Duarte, fueron interceptados por agentes, golpeados y el jeep en que viajaban fue lanzado a un barranco y hecho pasar por un accidente de tránsito. El plan estaba bajo la dirección del general Pupo Román.
Ordené a Roxas Lola que cogiera un palo y se llevara a una de las chicas. Inmediatamente cumplió la orden y se llevó a una de ellas, María Teresa, de largas trenzas. Alfonso Cruz Valerio eligió a la más alta Minerva, yo a la más bajita y regordeta Patria y Mareta a Rufino de la Cruz, el conductor. Les ordené a todos que se separaran y se adentraran en los cañaverales por el arcén de la carretera para que las víctimas no presenciaran sus respectivas ejecuciones. Traté de impedir este terrible crimen, pero no pude porque era una orden directa de Trujillo y Johnny Abbés García. De lo contrario, todos nosotros habríamos sido liquidados.
En junio de 1962, uno de los asesinos, Ciriaco de la Rosa, relató el juicio, que se había convertido en una farsa, con una sinceridad escalofriante.
Los que participaron en el crimen fueron Alfonso Cruz Valerio, Emilio Estrada Mareta, Nestor Antonio Pérez Tellero y Ramón Emilio Rojas Lora. Se suponía que los asesinatos iban a tener lugar unos días antes, pero no se materializaron porque las víctimas viajaban con sus hijos, según los ejecutores de Butterfly.