Y ahora, oh Dios nuestro, escucha, Señor, la oración de tu siervo y su petición, y haz resplandecer para ti tu rostro sobre el santuario desolado» Daniel 9:17.
El profeta Daniel pidió perdón por los pecados de su pueblo. Recordó el cautiverio a causa de la Caída. Una nación que da la espalda a Dios es llevada cautiva y errante.
Por eso vino Jesús. El gran amor de Jesús, que es también por Él mismo, se demuestra con su muerte en la Cruz para liberarnos.
El grito de penitencia opera la justificación por la fe. La salvación es de Dios.