Lo que sí sabemos es que esta banda sufrió un calvario de torturas físicas y mentales hasta que finalmente desaparecieron.
Era el 18 de noviembre de 1961. Habían pasado casi seis meses desde que Rafael Leónidas Trujillo Molina, dictador de la República Dominicana durante 31 años, fuera asesinado a tiros por un grupo de hombres.
En esa fecha, algunos de los verdugos de Trujillo, entre ellos Antonio de la Maza, Amado García Guerrero y Juan Tomás Díaz, ya habían sido abatidos por las fuerzas del régimen.
Sin embargo, la noche del sábado 18 de noviembre se produjo una venganza en la hacienda María, en San Gregorio de Nigua, departamento de San Cristóbal.
Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sadohara, Juascal Tejeda Pimentel, Roberto Pastoriza Nele, Luis Manuel Cáceres Michel y Modesto Díaz Quezada fueron asesinados ese mismo día, tras permanecer varios meses detenidos en la prisión de La Victoria, y sus cadáveres nunca aparecieron. sus cuerpos nunca fueron encontrados. Asimismo, sus muertes quedaron impunes.
El hijo mayor de Satrap, Ramfis Trujillo, se vengó.
El paradero de los cuerpos de los verdugos siguió siendo un misterio para siempre.
Entre el 2 y el 27 de junio de 1961, fueron interrogados por el fiscal del Distrito Nacional Teodoro Tejeda Díaz y el juez Wilfredo Mejía Alvarado, que investigaba el caso, y se sabe que fueron sometidos a un calvario de violencia.
El día que fueron asesinados, fueron sacados de La Victoria y se suponía que irían al lugar donde había terminado la vida del tirano, pero no había ninguna orden formal sobre este procedimiento.
Después de meses de tortura física y mental, cuando los llevaron a la Hacienda María, estaban reducidos a despojos humanos.
En su obra La Fiesta del Chivo, el novelista Mario Vargas Llosa declaró que el coronel Marcos Antonio Jorge Moreno, comisario de la Policía Nacional en aquel momento, dijo que la furgoneta que transportaba a los presos desapareció camino de la cárcel de La Victoria, donde fueron encontrados más tarde, pero el Declaró que los presos escaparon y mataron a los guardias.
Los tres soldados que transportaban a los seis ejecutados también formaban parte del plan y fueron elegidos para ser asesinados como parte de un macabro complot diseñado para que la farsa de la fuga de la prisión pareciera la verdad.