Hoy es la fiesta de San Andrés.
Según la historia, este discípulo fundó muchas iglesias en Grecia y convirtió a muchas personas a la fe de Cristo. Entre ellos estaba la esposa del arzobispo Egeas, que no estaba de acuerdo e intentaba obligar a los que creían en Cristo a sacrificar a los ídolos. Habiendo logrado convencer a muchas personas de que aceptaran la verdad del Evangelio, Andrés no dudó en evangelizar al arzobispo, pero éste ordenó en su lugar el encarcelamiento del apóstol.
San Andrés fue colgado de una cruz en forma de X y atado con cuerdas en lugar de clavos. Atado a la cruz, san Andrés sobrevivió dos días, durante los cuales predicó a la multitud que lo observaba, y más gente acudió a unirse a él.
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Las multitudes que escuchaban su sermón quedaron convencidas por él e inmediatamente se amotinaron contra Egeas. Egeas, dándose cuenta de que incluso su vida corría peligro, se dirigió al lugar donde se estaba torturando para liberar al santo de su condena. Si quieres pedir perdón, lo obtendrás. Pero si es para desatarme y liberarme, no te molestes. No bajaré vivo de aquí. Porque veo a mi rey esperándome».
Cuando los verdugos intentaron desatarlo, milagrosa y misteriosamente le paralizaron las manos y los brazos al tocar la cuerda. Algunos de sus seguidores intentaron ayudarle, pero él se lo impidió, pronunciando una oración dictada con las siguientes palabras: «Señor, permite que me bajen de aquí con vida. Señor, permite que me bajen de aquí con vida». Entonces San Andrés se vio envuelto por una misteriosa luz del cielo, y al final de la oración el apóstol exhaló su último suspiro.
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