Un largo conflicto armado en torno a la frontera entre la República Dominicana y la República de Haití condujo a la firma del Tratado de Paz, Amistad y Comercio el 9 de noviembre de 1874 en Puerto Príncipe, capital de Haití. Al parecer, condujo a la firma del Tratado de Paz, Amistad y Comercio, el primer intento de ambos países de resolver la cuestión fronteriza por vía diplomática.
Carlos Nuel, José Caminero y Tomás Cocco representaron a la República Dominicana en la firma del pacto, designados por el General Ignacio María González, entonces Presidente constitucional de la República Dominicana.
Por su parte, el General Profete y los Sres. Labonte y Lizère representaron a los países vecinos.
El acuerdo, que entró en vigor el 8 de febrero de 1875, establece la paz permanente y la amistad franca y leal entre la República Dominicana y la República de Haití y los pueblos de ambos países, sin excepción, en persona y en lugar.
El acuerdo articula el derecho al libre comercio entre los dos países a través de la frontera, sujeto al pago de una indemnización de 150.000 pesos anuales durante ocho años como compensación por el perjuicio sufrido por los ingresos de la República Dominicana debido al mantenimiento del comercio ilícito en la frontera.
También subraya el compromiso de los dos países de construir una carretera de acero que los una, ahora conocida como la Carretera Internacional, que está dividida por las aduanas de ambos países y es el medio de comunicación más rápido para el comercio.
Incluso antes de que se firmara el Tratado de Paz, Amistad y Comercio, ya se habían celebrado acuerdos, como el Tratado de Aranjuez entre España y Francia en 1777, que definía los límites entre la isla de Santo Domingo y la parte que más tarde se conocería como Haití, como colonia subordinada a Francia.
Sin embargo, los enfrentamientos entre las dos colonias continuaron durante décadas, casi siempre por los mismos asuntos.
Más tarde, en 1867, el Ministerio de Asuntos Exteriores dominicano dio instrucciones a sus representantes para que rechazaran cualquier concesión en virtud de las disposiciones de la Constitución, ya que la frontera con Haití era el asunto más espinoso entre los dos países.
Aunque los dos países no llegaron a un acuerdo en aquel momento, el artículo 4 de la Constitución compromete formalmente a las Partes a establecer la frontera que separa sus territorios actuales de la manera más compatible con la equidad y los intereses mutuos de los pueblos de ambos países.
También se comprometen a mantener la integridad de sus respectivos territorios con toda su fuerza y poder, y a no ceder, comprometer o enajenar la totalidad o parte de sus territorios, o islas adyacentes a ellos, a ningún Estado extranjero.
Los dos países, que siempre han estado enfrentados, también se comprometieron a no buscar la anexión ni la dominación o conquista extranjeras.