Charleston, WV (WOWK) — Les Holbert recuerda el lugar exacto donde conoció al presidente John F. Kennedy en Charleston, Virginia Occidental. Fue en la parte inferior derecha de las escaleras detrás del Capitolio del Estado.
Bajó las escaleras. Me estrechó la mano y mi corazón latió así (late en el pecho). Aquello fue de verdad.
Holbert, que vive en St Albans, tenía entonces 16 años. Acababa de sacarse el carné de conducir y su madre, republicana registrada, quería ver a Kennedy, el carismático demócrata, hablar en la celebración del centenario de Virginia Occidental el jueves 20 de junio de 1963.
Como dijo Kennedy, «El sol no siempre brilla en Virginia Occidental, pero la gente sí».
Ya entonces, Kennedy se había ganado el corazón de muchos montañeses, y en las primarias presidenciales de Virginia Occidental de 1960 obtuvo una victoria por KO.
Kennedy solía decir que fue el pueblo de este estado abrumadoramente protestante el que le puso a él, católico romano, en la Casa Blanca. Kennedy demostró que le importaba y que a la gente también le importaba.
Se sentaba en el porche y escuchaba, recuerda Holbert. Para una comunidad religiosa, compartir el pan con un hermano significaba algo.
Cinco meses después, el 22 de noviembre de 1963, se perdió el vínculo con el presidente de Virginia Occidental. John Fitzgerald Kennedy fue asesinado.
El luto… 24 horas al día, 7 días a la semana. Todos sentían que lo conocían, dice Holbert. Había traído esperanza a Virginia Occidental.
Sesenta años después de aquel trágico día en que perdimos a nuestro Presidente, Holbert recuerda que su estado natal también perdió a un querido amigo.
La eternidad terminó demasiado pronto. dice Holbert. Perdimos. Perdimos de verdad.
