En 2023, tuvimos el privilegio de ver en tiempo real las audiencias de evaluación que organiza el Consejo Nacional de la Magistratura para los aspirantes a jueces del Tribunal Constitucional (TC). Y esa práctica nos ha impedido comprender lo mucho que esto significa. Ya no nos acordamos de Gacetazo ni siquiera de cómo se seleccionaba previamente a los jueces.
Más allá del contenido de las entrevistas, de la naturaleza de las preguntas y respuestas, y de si el escenario es válido para cuestionar solo los aspectos jurídicos o las creencias íntimas de los candidatos, la selección de los cinco magistrados debe verse en el contexto del desenvolvimiento de la coyuntura electoral y bajo el prisma de que uno de los cargos a elegir es el de presidente del TC Tiene que serlo.
Partiendo de su naturaleza colegiada, la presidencia del TC tiene una relevancia trascendental al ser la encargada de dirigir los órganos técnicos, administrativos y financieros del Tribunal. Más allá de todas las funciones que le atribuye la Ley Orgánica nº 137-11 del Tribunal Constitucional y del Procedimiento Constitucional, el Presidente del TC ejerce la función, no declarada pero evidente, de influir en la dirección de los procedimientos, orientando sobre el rumbo que debe seguir el Tribunal, interpretando, haciéndose eco y siguiendo las tendencias del momento . Este proceso no es mecánico ni tiene base legal. Y es que la colegialidad no sólo implica igualdad, sino también capacidad para negociar, construir consensos, llegar a acuerdos y cumplirlos.
El magistrado Milton Rey Guevara construyó desde cero la institucionalidad del Tribunal Constitucional, basándose en la función de orden social de las sentencias y en la eficiencia y confiabilidad de su funcionamiento. Como en todo tribunal constitucional, habrá decisiones -aprobadas por unos y rechazadas por otros- que sean emblemáticas de la gestión del magistrado Guevara, pero en general, la valoración que la opinión pública hace de su gestión es correcta. Este es el resultado de la capacidad del Magistrado Rey Guevara para interpretar correctamente los diferentes criterios entre sus pares y para armonizar y arbitrar diferentes visiones, principios y valores desde el respeto, pero en concordancia con el deseo de una mejor justicia constitucional.
Magistrado, presidente, administrador y equilibrista, el juez Rey Guevara ha dejado su huella, su legado y su camino. Quien finalmente tome el relevo ha puesto el listón muy alto, y deberá continuar con todos los asuntos pendientes y, sobre todo, afrontar los retos del órgano colegiado. Es decir, maniobrar entre islas de poder y grupos de interés que tratan de imponerse y convertirse en mayoría. Y es que Primus no se elige entre sus pares que así se han comportado. Porque cuando se busca un árbitro, esa persona no debe tener lazos, alianzas, congraciaciones o resentimientos pasados… Y este entendimiento es tan importante como todo lo demás.