Las tensiones entre República Dominicana y Haití aumentaron este año después de que el país vecino decidiera construir unilateralmente un canal para tomar agua del fronterizo río Masacre (Dajabón), en virtud de un supuesto acuerdo firmado en enero de 2021.
En virtud de esta alegación, las autoridades de Puerto Príncipe decidieron paralizar la construcción, alegando que las firmas dejaban claro que su objetivo era garantizar la gestión sostenible de la cuenca transfronteriza y el uso adecuado de la vía fluvial bilateral.
Sin duda, esta estratagema provocó la escalada más violenta entre ambos países en décadas, que culminó con la decisión del Gobierno dominicano de cerrar la frontera y el despliegue de tropas en la zona fronteriza bilateral.
Como contraataque, el gobierno dominicano reparó el canal de La Vigía para desviar el agua antes de que llegara al canal construido por Haití, pero todo quedó en una demostración de fuerza.
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Haití es el segundo socio comercial de la República Dominicana, por lo que cualquier desavenencia entre ambos países le costaría millones de dólares. Por ejemplo, en septiembre, el mercado bilateral entre Dajabón y Juana Mendes sufrió pérdidas de 100 millones de dólares sólo en las primeras semanas.
Esto llevó al gobierno del presidente Luis Abinader a enviar al ejército para reforzar la zona, además de cerrar el mercado.
La situación llegó hasta los organismos internacionales, que pidieron a ambos países que acudieran a la mesa de diálogo para encontrar una solución definitiva al impasse.
Durante este periodo, cientos de haitianos regresaron voluntariamente a sus hogares, pero se les impidió la entrada de mercancías procedentes de la República Dominicana, a pesar de la reapertura del mercado, y también se les negó la comercialización.
En medio del conflicto, los niños haitianos y los más pobres entre los pobres quedaron en una especie de limbo, a merced de unas autoridades que no daban muestras de ceder.
Sin embargo, el otro bando fue perdiendo interés y llegó a atacar a las autoridades municipales y a obstaculizar las negociaciones con el Estado, llegando incluso a destruir la valla fronteriza para entrar en la República Dominicana.
Por el momento, las tensiones han remitido, aunque Haití sigue trabajando. Sin embargo, Haití, sumido en la pobreza y en una grave crisis política y social, sigue a la espera de la prometida ayuda internacional para restablecer el orden constitucional, y el mercado empieza a mostrar lentamente una mejoría.
En este contexto, está previsto que las primeras tropas keniatas lleguen a Puerto Príncipe el próximo mes de febrero como parte de una misión liderada por África para estabilizar el país caribeño. Mientras tanto, a este lado de la frontera, Haití ha dejado claramente de ser una amenaza, con unas elecciones en breve que determinarán los próximos cuatro años.