Con la decisión del Tribunal Supremo de Colorado de prohibir al candidato a la reserva presidencial y ex presidente de EE.UU. Donald Trump presentarse a las elecciones presidenciales, el destino de esta poderosa figura republicana parece incierto.
Por primera vez en la historia de EE.UU., se prohibió a un ex gobernador participar en una elección presidencial en virtud de los términos de la Constitución estadounidense.
Esto significa que, al menos en Colorado, el rostro de Trump no podrá figurar en la papeleta de las elecciones presidenciales del 5 de noviembre de 2024.
Esta medida tiene dimensiones tanto políticas como judiciales y es probable que sea llevada ante el Tribunal Supremo de EE.UU. (máximo órgano judicial del país), pero envía un claro mensaje que afecta a la imagen del ex presidente, por lo que es un arma de doble filo.
Históricamente, y de forma más destacada en las últimas décadas, Colorado es de mayoría demócrata, por lo que el equipo político de Trump se ha puesto de los nervios, advirtiendo de que se trata de una persecución política para intentar bloquear el paso a la Casa Blanca.
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De hecho, Colorado representa nueve puntos electorales (puntos por colegio electoral) y, según los indicadores, podría ser una carrera reñida entre el multimillonario y el actual presidente Joe Biden.
SECCIÓN 3. Ninguna persona podrá ser Senador o Representante en el Congreso, ni elector del Presidente y Vicepresidente de los Estados Unidos, ni ocupar ningún cargo civil o militar en los Estados Unidos o en cualquier Estado. Si una persona ha prestado previamente juramento de defender la Constitución de los Estados Unidos como miembro del Congreso, o como funcionario de los Estados Unidos, o como miembro de la legislatura de cualquier Estado, o como funcionario del poder ejecutivo o judicial de cualquier Estado, no podrá participar en rebelión o insurrección contra la Constitución de los Estados Unidos, ni prestar ayuda a sus enemigos o consolarla. Sin embargo, el Congreso puede eliminar dicha inhabilitación por el voto de dos tercios de cada Cámara.
En otras palabras, un funcionario que ocupe un cargo en virtud de su sufragio y que haya cometido o amenazado con cometer actos ilícitos contra Estados Unidos no podrá presentarse a ningún otro cargo a menos que el Congreso le autorice a hacerlo.
Sin embargo, como el caso contra Trump, presunto móvil del ataque de 2021 contra la Casa del Parlamento, sigue abierto, es casi seguro que la medida será rechazada por violar el derecho de Trump a la impunidad cuando llegue al Tribunal Supremo Federal.
Por ahora, la medida beneficia tanto a sus adversarios internos como al presidente Joe Biden, pero la situación podría cambiar si Trump vuelve a ser absuelto en los tribunales, lo que reforzaría el discurso de su campaña electoral de que está siendo perseguido políticamente.
De hecho, cada vez que un ex presidente se enfrenta a la justicia y sale airoso de un proceso de este tipo, su imagen se posiciona aún mejor y se le sitúa como favorito por encima del actual presidente dentro del Partido Republicano.
Sin embargo, si es condenado antes de las primarias del partido, es probable que los republicanos le sustituyan para no poner en peligro su candidatura presidencial, lo que podría significar su extinción política.
Mientras tanto, su equipo intenta retrasar el proceso todo lo posible para dar tiempo a que lleguen las elecciones y, a toda costa, llegar a la Casa Blanca, donde, si lo consigue, estará en el cargo durante cuatro años a partir de 2025. Lo que es seguro es que su equipo legal recurrirá ante el Tribunal Supremo antes del 10 de enero, que decidirá el futuro político de Donald Trump.