Una mayor vigilancia es signo de sabiduría.

Ahora que acaba un año y empieza otro, debemos estar atentos con un corazón vigilante. Es urgente estimular un lenguaje más auténtico. Por ejemplo, podemos tomar la iniciativa de la conciencia, podemos envolvernos en una actitud positiva para salir de cualquier ambiente cómodo, podemos olvidarnos de los conjuros y recordar la armónica como alfabeto universal. Desgraciadamente, para todos nosotros, el mundo no nos da la sabiduría para reencontrarnos, para encontrarnos a nosotros mismos, y así impide que el proceso de discernimiento fructifique y permanezca en nosotros. Sea como fuere, no podemos seguir distraídos en mil batallas absurdas. En el momento presente, estamos llamados a actuar por la justicia, a comulgar unos con otros y a despertar a lo esencial. El futuro es nuestro, por supuesto, siempre que trabajemos con reconciliación en el presente, nos apartemos de la monotonía existencial y demos valiente testimonio de nuestro propio itinerario místico. Que aprendamos a recorrer el curso poético de esta búsqueda constante. Después de esta aurora luminosa, nos será más fácil tomar la dirección correcta ante la perspectiva inevitable del tiempo. No nos privemos nunca de la intimidad de compartir un abrazo o una mesa. Para estar verdaderamente alegres, debemos volver a la alegría de la poesía, donde se encuentra la verdad. La razón es evidente. Para renacer en la nueva era, debemos ser claros. Por supuesto, el espíritu debe ser diferente al del pasado; debe ser más cooperativo y coordinado. La cooperación permanente tendrá resultados beneficiosos para la humanidad en su conjunto. De todos es sabido que el mundo debe empezar por mejorar la inspección educativa como camino de retorno a la dignidad y a la plenitud natural. Lo mismo cabe decir de la atención vírica, el fortalecimiento de los sistemas sanitarios y la conversión de la promesa de la seguridad sanitaria mundial en una realidad palpable. Juntos podemos aprender de las lecciones del pasado y actuar en consecuencia. Nos toca reconstruir un mundo más justo y saludable para todos. De hecho, nos enfrentamos a una serie de crisis y debemos actuar de forma más colaborativa para hacer frente a las crecientes desigualdades, crear oportunidades de trabajo decente, defender nuestros derechos y lograr una justicia social colectiva. Por tanto, no nos quitemos nunca la mirada íntima, sincera y alentadora que está ahí para apoyarnos y permanecer a nuestro lado.