La región sudamericana se ha visto afectada por un episodio de tensión política y social que podría implicar a varios países debido a la disputa entre Venezuela y Guyana por la zona del Essequibo.
Surinam también se suma a este conflicto, ya que reclama parte del territorio a Guyana, pero en última instancia, Venezuela es el centro de la atención mediática debido a las iniciativas emprendidas por sus autoridades políticas.
En este sentido, las autoridades venezolanas militarizaron la zona fronteriza y las guyanesas hicieron lo propio; Brasil, que se vio envuelto en un episodio de este conflicto en 2018, también envió tropas al norte.
El presidente Nicolás Maduro se mostró animado por los resultados de la votación del Consejo Nacional Electoral (CNE) (votaron 10.554.320 de los 20.694.124 ciudadanos habilitados, con más del 95% a favor de la anexión de El Esequibo). La oposición cree que hubo muchas abstenciones, pero la organización no lo cuantifica.
Las autoridades guyanesas dicen que no creen que el presidente Maduro ordene una invasión, pero se mantendrán vigilantes, ya que podría hacer algo inesperado.
Para entender el trasfondo de este complejo asunto, es necesario saber que las disputas territoriales se remontan al periodo colonial español, holandés y británico.
Una persona nacida en Escubes puede tener doble nacionalidad: venezolana y guyanesa.
En este contexto, la cuestión no es sólo de soberanía territorial y nacional, sino también de acceso a recursos estratégicos como grandes cantidades de petróleo, gas y diversos minerales en un área de 160.000 kilómetros cuadrados. Sus reservas son cada vez más necesarias debido a los conflictos armados en curso en los países considerados principales productores, incluidas las ofensivas contra Rusia y Ucrania, mientras que los ataques entre Israel, Palestina y Líbano corren el riesgo de tensar la región de Oriente Próximo e interrumpir la cadena de suministro del llamado oro negro.
En última instancia, la Corte Internacional de Justicia es la encargada de resolver la disputa, pero un fallo podría tardar años, tiempo durante el cual el conflicto podría agravarse aún más.