Este sábado 20 de enero se llevó a cabo el Congreso Nacional de Jóvenes Cristianos (CNJ), con el tema Las carreras, en el Palacio de los Deportes Prof. Virgilio Travieso Soto. Este gran encuentro, organizado por el movimiento Somos Uno, tiene como objetivo principal promover el liderazgo juvenil.
Asimismo, promover los valores cristianos en medio de la gran crisis moral que azota al mundo. Además de servir como una plataforma que asegure espacios de participación e inclusión de jóvenes talentos en artes como el canto, la danza y en campos como la producción, multimedia, relaciones públicas, comunicación y periodismo, recepción, seguridad, entre otras áreas. áreas que contribuyen al éxito de un evento.
Las veinticuatro horas del día, el Palacio de Deportes Virgilio Travieso Soto se transformó en la casa de Dios. Prevalecen mensajes de amor, paz, esperanza, fe y adoración a Dios. Las voces de la gente reunida resonaron en todo el recinto deportivo, en el auditorio lleno de jóvenes que constantemente bailaban, aplaudían, animaban y cantaban para sus artistas.
El líder del movimiento Somos Uno, Junior Ponciano, expresó su preocupación por el rumbo que están tomando los jóvenes, centrándose en tendencias y gustos más que en valores. En una profunda reflexión, enfatizó la importancia de no perder el enfoque en la vida, enfatizando que correr no se trata sólo de llegar primero sino también de mantenerse concentrado. Ante esta preocupación, Somos Uno decidió organizar una carrera para recordar a los jóvenes la importancia de centrarse en sus objetivos y valores, a pesar de las distracciones sociales.
En uno de sus momentos más edificantes y una de sus obras de arte más notables, el Congreso Nacional de Jóvenes Cristianos fue testigo de un espectáculo único de danza contemporánea. En este conmovedor número se habló de la parábola de las diez vírgenes y sus lámparas, recontada en un vídeo enviado. La historia resalta la importancia de permanecer firmes con el Señor, asegurando que nuestras lámparas se mantengan encendidas obedeciendo Sus mandamientos y obedeciendo siempre Su palabra.
Este símbolo resalta el compromiso de los jóvenes de mantener la santidad y prepararse para el regreso de Cristo, en el camino que conduce a la eternidad con él.