Integrantes del grupo colombiano de pop latino Morat, actúan en concierto de la gira por Estados Unidos ‘If Today Were Today’, presentada hoy sábado en el Madison Square Garden Theatre en Nueva York. El concierto de Morat en Nueva York es el tercero de su gira por Estados Unidos, que comenzó en Rosemont (Illinois) el 24 de enero y visitará 16 ciudades entre ellas Washington, Miami (Florida), San Antonio (Texas), Salt Lake City (Utah ) y más, antes de finalizar en Los Ángeles (California) el 25 de febrero. EFE/Alfonso Lozano Nueva York.- El grupo colombiano Morat trajo este sábado sus canciones de amor a Nueva York y emocionó a un público completamente entregado a su pop-folk latino en un concierto en el que no se pueden pasar por alto emotivas propuestas.
La velada comenzó con la actuación de la cantautora Joaquina, artista venezolana que con tan solo 19 años conquistó al público con su voz y sus letras. Puedes leer: Morat le da la mano a Juanes de Medellín Tras su actuación, una música de suspense llenó la sala, anunciando la entrada inmediata de Morat. Con el paso de los minutos, el público perdió la paciencia y se levantó de sus asientos, levantó sus celulares y gritó el nombre de la banda mientras las luces del escenario se movían al ritmo.
música y sirve como fondo para su entusiasmo. El primero en subir al escenario fue el baterista Martín Vargas, quien sin decir palabra interpretó un solo de batería que hizo que el público aplaudiera y presentara a sus compañeros. A este tema le siguieron los temas 506, también con Juanes, Al aire y Por favor no te vayas, una colaboración con los Boinas Españolas.
Tras esta canción, Juan Pablo Isaza -quien lució el característico sombrero que se ha convertido en parte de su identidad- dio la bienvenida oficial al público neoyorquino. Sabiendo que la mayoría de los presentes -si no todos- eran latinos, Isaza habló en español y se refirió a su país: somos colombianos. La voz lo delata, pero será mejor que lo dejes claro, bromeó.
En ese momento invitó al escenario a Joaquina, quien acompañó al grupo en el tema Sobreviviste, aunque la locura que se desató después con Mi Nuevo Vicio, la colaboración con Paulina Rubio los trajo de regreso se hizo famosa e incluyó el espectacular solo de banjo de Juan Pablo. Villamil. Los artistas disiparon la euforia inducida por el banjo con un discurso en el que recordaron los inicios de su larga amistad, cuando se conocieron cuando tenían apenas 5 años, hasta forjar una carrera que les valió un importante apoyo crítico e internacional.
nombres. reconocimiento, como lo demuestran sus numerosos premios. A la charla de Isaza le siguieron temas de Balas Perdidas (su segundo disco), Punto y Apart, interpretada por él mismo al piano, y Mi Suerte, con Vargas, el baterista, como vocalista.
Entre el público llamó la atención la afición que acudió sola y cantando canciones formó una hermandad con otros aficionados colombianos. Este fue el caso de un grupo de jóvenes -residentes en Nueva York y originarias de Ecuador, Guatemala y Perú- que se conocieron en un concierto y finalmente encontraron una conexión entre ellas y su pasión por la música Morat. En concreto, el guitarrista Juan Pablo Villamil celebra los vínculos que surgen entre sus fans durante los conciertos y canta Mi Suerte, una canción sobre el azar -o el destino- que lleva a sorprender a alguien especial.
Pero sin duda el momento más emotivo de la velada fue cuando un joven seguidor del grupo le propuso matrimonio a su novia en un acto en el que Morat puso la música de fondo. Isaza les dijo que los dejaran en paz, pusimos música de fondo, animó a sus acompañantes a tocar algunos acordes para musicalizar el pedido, terminando con la novia diciendo sí, quiero. El concierto continuó con nuevas colaboraciones, como Salir con vida, con el reguetonero Feid, y Paris, con el trapero argentino Duki, además de con sus canciones más antiguas, Cuando nadie mira, Adónde vamos y El amor del helado.
Morat se despidió por todo lo alto con su canción más famosa, How Dare You, que fue coreada a gritos por sus seguidores, que no han disminuido los niveles de energía desde el inicio del programa. Durante las dos horas de concierto, el grupo intentó moverse y vibrar al ritmo del público hasta quedar completamente sumergidos en el público. Al final del espectáculo, todo el teatro quedó inmerso en sus historias de amor, nostalgia y tristeza.
