La autopista “6 de Noviembre”, que conecta la capital del país con la carretera San Cristóbal-Baní de camino a la región sur, acumula un creciente deterioro en su estructura que pone en peligro la seguridad de conductores y peatones.
Cuando un vehículo sale desde la avenida 27 de Febrero con calle Isabel Aguiar con rumbo a la región sur, desde que toma la autopista “6 de Noviembre” se encuentra con chorros de agua que salen de negocios y casas que se han erigido a ambos lados de la cañada de Guajimía.
Tras cruzar el peaje, se llega al puente del río Haina y aumenta el peligro. En ambos sentidos de la circulación, faltan muros tipo New Jersey de hormigón que aseguran la protección para que vehículos o peatones, en caso de percance, no caigan al caudaloso río.
Cuando se va en sentido Santo Domingo-San Cristóbal, al lado izquierdo de la estructura falta un muro exactamente por donde caminan los peatones.
Si el trayecto se hace en sentido San Cristóbal-Santo Domingo, a mitad del puente, lado izquierdo, faltan dos muros que dejan un vacío de casi 10 metros, un verdadero peligro a la vista de todos.
Aunque el Ministerio de Obras Públicas eliminó muchos pasos improvisados de interconexión de la autopista, aun persisten otros y particulares han abierto nuevos por donde motocicletas y otros vehículos salen de improviso y sorprenden a conductores que van a gran velocidad.
Otro punto peligroso de la autopista es el puente sobre el río Yubazo, próximo a la entrada de Cambita. Tanto a la entrada como a la salida de la doble estructura, los pilotillos de concreto fueron destruidos por accidentes y están sin protección. En caso de accidente en esos puntos, el vehículo caería al río porque no hay ningún obstáculo que lo impida.
A lo largo de sus 22 kilómetros, la autopista necesita mantenimiento porque el asfalto se ha deteriorado de múltiples lugares, está a desnivel y se forman hoyos que sorprenden a los conductores.
En el caso de las barandillas metálicas, aunque inicialmente fueron instaladas en los lugares requeridos, han ido cayendo por accidente y robo, sin que sean reemplazadas para mantener la vía segura y uniforme. En algunos lugares se pudo observar como en ocasiones, las barandillas se encontraban en el pavimento a varios metros después en dirección opuesta a donde estaban colocadas.
Cuando esta autopista fue construida por el gobierno de Joaquín Balaguer, en la gestión del ingeniero Ricardo Canalda en la Secretaría de Obras Públicas, se concibió como una vía expreso para uso exclusivo de vehículos livianos, dejando la antigua carretera Sánchez para el tránsito pesado y opcional para el liviano.
No obstante, los camiones fueron invadiendo la nueva vía y se perdió el carácter expreso como lo disponía un decreto del poder Ejecutivo de entonces.
Durante años, la vía recibía algún tipo de mantenimiento, pero en los últimos años, que han coincidido con su mayor deterioro, las intervenciones han sido limitadas.
Hace dos años, el Listín Diario dio a conocer otra de la preocupante situación que alarmaba a los transeúntes, eran los hoyos en la misma autopista, que unos meses después fueron asfaltados y el viceministro de Supervisión y Fiscalización de Obras Públicas, Roberto Herrera Polanco, valoró la última reparación como de “poca calidad”.