El presidente de la Academia de Ciencias de República Dominicana, Eleuterio Martínez, considera al río Ozama la cara de Santo Domingo ante el mundo, tras enfatizar que comienza el Turismo con esta fuente de agua subterránea, por lo que rescatarla es sumamente importante, independientemente del nivel de inversión requerido. El profesor explicó que la historia misma de República Dominicana, su origen y sus letras iniciales se construyeron sobre el río Ozama, lo que demuestra que esta corriente es el compromiso del país. El catedrático universitario enfatizó que proteger, limpiar, descontaminar y sanear el río Ozama es la principal tarea de todos los gobiernos.
Puede leer: Policía militar electoral: la situación en Haití no supone riesgo para las elecciones Dijo que sabía que limpiar el río Ozama sería prohibitivamente costoso y consumiría la mitad del presupuesto nacional en un año, porque sería necesario comenzar desde las cuencas superior, media e inferior. Enfatizó que salvar el río Ozama implicaría construir varias plantas de tratamiento de agua, adaptar las plantas existentes y reubicar a miles de familias que viven en las orillas del río o cerca de ellas. Él cree que se necesita con urgencia operar la planta de tratamiento de aguas residuales de La Zurza, de más de $100 millones, para encontrar una manera de restaurar la vitalidad del río Isabela que ingresa al Ozama en Los Tres Brazos.
Espera que en algún momento se pueda salir exitosamente del vertedero de Duquesa, ya que es una fuente importante de contaminación para el río Isabela, que abastece de agua al río Ozama. Define el caudal de Duquesa como la herida sangrante que no puede detener la lenta muerte del río Ozama, por lo que se necesita un mayor esfuerzo para salvar el agua que discurre por este gran Santo Domingo. Cree que algo se ha hecho para salvar el río, pero no es suficiente, por lo que se necesitan más esfuerzos, pero sobre todo la continuidad del Estado, porque hasta ahora el río Ozama muere cada cuatro años.
Llamó irresponsables a las autoridades nacionales y locales que permitieron la construcción de miles de viviendas a orillas de estos ríos. Sostuvo que lo cierto es que el río no tenía otra manera de llegar al mar que el canal que la naturaleza le brindaba, por lo que permitir que familias se asentaran en sus orillas era sentenciar a muerte al río, porque el río no cambiará su curso. .
