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Cuaresma: una mirada a la vida

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Para vivir nuestro bautismo, pidamos a Dios que nos libre de la complicidad con el mal y hacia la vida que él nos da.

Desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, inicio de la Semana Santa, hay cuarenta días en los que los cristianos se esfuerzan por vivir más profundamente que el bautismo, la confirmación y el trabajo. a través del cual participamos. sobre la Resurrección de Jesús.

Para vivir nuestro bautismo, pidamos a Dios que nos libre de la complicidad con el mal y hacia la vida que él nos da. Este punto de inflexión es una conversión, un cambio de mente y de corazón bajo el poder de Dios, que es bueno y justo, que enseña el camino a los pecadores y a los humildes. Durante la Cuaresma, caminemos con esperanza los senderos del desierto de la verdad, convencidos de que el camino de Dios es la misericordia y la fidelidad a Aquel que guarda su alianza (Salmo 24).

Puedes leer: Cuando los deseos se convierten en manos La Cuaresma es un tiempo de gracia para disfrutar, como Noé construyendo el arca en la historia del diluvio, donde Dios esperó pacientemente mientras Noé construía el arca (1 Pedro 3:18 -22). La Cuaresma es un tiempo para confiar en Dios. El libro del Génesis (9:8-15) nos recuerda la fidelidad de Dios cada vez que miramos el Arco Iris, la unión del cielo y la tierra.

A menudo olvidamos nuestro pacto bautismal con Dios, pero Dios no olvida Su pacto. Renovemos nuestro bautismo viviendo la Cuaresma con nuestras parroquias. La Cuaresma nos llena de esperanza: por muy malos que estemos, el reino está cerca.

Vale la pena liberarnos de nuestras rutinas, de nuestro egoísmo, de nuestras comodidades y de nuestra estrechez de miras para acudir al Evangelio y confiar. Mientras caminamos durante la Cuaresma con Jesús y su pueblo, aprenderemos a navegar por el desierto de la vida, donde el mal nos tienta, pero donde también podemos creer en el Evangelio.

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