Rara vez recibimos dos buenas noticias de salud pública aproximadamente al mismo tiempo, y si se refieren a problemas de los ganglios linfáticos, como el envejecimiento de los embarazos en la adolescencia y las tasas de mortalidad infantil, deberíamos estar contentos. De hecho, sólo la semana pasada, la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONE), el Servicio Nacional de Salud (SNS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), señalaron que las tasas de embarazo adolescente han disminuido un 9,5% para 2023 y también han reducido la tasa de embarazo neonatal. tasa de embarazo.
La tasa de mortalidad es de alrededor del 9% en los hospitales públicos. La diferencia en la tasa de embarazo adolescente (9,5%) radica en que en 2022 hubo 25.489 nacimientos y en 2023 23.070 nacimientos, es decir, 2.419 nacimientos menos. Quizás valga la pena señalar que la caída más significativa en la tasa de embarazo adolescente (-15,7) se produjo en el cuarto trimestre del año (octubre-diciembre), cuando se cerraron las fronteras, como ocurre con todo cuando se trata de una distorsión traída por las personas.
Haitianos con nuestros indicadores de salud. No se puede decir lo mismo de la mortalidad infantil, ya que no tenemos cifras trimestrales ni el número de mujeres haitianas en trabajo de parto, pero las declaraciones del SNS y de Unicef sobre una reducción del 9% en 2023, respecto a 2022, son importantes. .
Sin embargo, para no comprometer este porcentaje, compartimos el aliento de Carlos Carrera, representante de Unicef, sobre la importancia de que los establecimientos de salud cuenten con datos confiables para una planificación realista. Esto se debe a que la gente tradicionalmente desconfía de este tipo de anuncios, que asocian con cifras oficiales persistentes, como la reducción de la pobreza y la pobreza extrema, y el concomitante fortalecimiento de los programas sociales, la asociación formal y los subsidios centralizados. sobre los más vulnerables, con la sensación de que en lugar de que las estadísticas disminuyan, las cifras aumentan.
Consideraciones aparte, acogemos con satisfacción la reducción de las tasas de embarazo adolescente, una tragedia que sepulta las esperanzas de las niñas, que deberían disfrutar ilesas de esta juventud. También acogemos con satisfacción la reducción de la mortalidad materna e infantil, que no es responsabilidad exclusiva de los sistemas hospitalarios en lo que respecta al embarazo precoz. Si la mayoría de las muertes maternas involucran a jóvenes y madres primerizas, el desafío es brindar a nuestros jóvenes información clara y objetiva para que eviten este problema; En otras palabras, necesitan una educación sexual integral y con objetivos científicos para reducir estos indicadores.