No puedo dejar de mencionar el hecho, si es necesario decirlo, de que en la mente humana hay tantas cosas malas que puede haber una contradicción: la envidia y el desprecio. Pedro Calderón de la Barca en su famosa comedia de 1636, que además estuvo prohibida de 1625 a 1635, es una obra de teatro: Conoce el mal y el bien, escogiendo para su obra el reinado de Alfonso VII de Castilla y León haz esto como uno solo porque yo cita: En el fondo del destino, no hay hombre tan infeliz que no haya nadie envidioso; Ningún hombre tiene la suerte de no tener a alguien de quien sentir celos. Por eso, donde reinan los celos no puede existir la virtud, como escribió Cervantes: Oh envidia, fuente de pecados sin fin y gusano de la virtud.
Todos los vicios, Sancho, me dan alegría que no conozco; pero eran celos, no celos sino asco, resentimiento e ira. Por otra parte, teniendo gratitud, acepto que quien declara los beneficios recibidos merece el título de persona agradecida; Y la persona que olvida los beneficios de simplemente recordar al benefactor aún muestra más gratitud. Por eso la gratitud es una de esas cosas imposibles.
O nació con humanos o no hubo ningún beneficio suficiente para hacerlo germinar.