El Mobile World Congress (MWC) está a punto de celebrarse en Barcelona. Cuando ocurrió el incidente hace 18 años, la mayoría de la gente pensó que se trataba simplemente del incidente de Fira. Ahora sabemos que fue y es mucho más que eso.
Del punto de encuentro entre fabricantes y operadores de telecomunicaciones ha pasado a ser la principal red de empresas tecnológicas y digitales. Algunos incluso predicen que, dentro de una o dos ediciones, los teléfonos móviles ya no serán el centro de las reuniones. Estar al frente de esta revolución ha sido y seguirá siendo un regalo para la ciudad de Barcelona.
Por eso hoy nuestro periódico se ha disfrazado de EL PERÍÓDICO DEL MOBILE porque hace unos meses dedicábamos todo nuestro contenido principal del día al Passeig de Gràcia. Fue una excusa para promover el legado de este espectáculo en la ciudad y su ámbito de influencia. No es exagerado decir que sin el MWC el área de Barcelona no podría convertirse en uno de los principales hubs digitales de Europa y del planeta.
Acumulamos talento para acceder a empleos de calidad y crear oportunidades para el surgimiento de startups que en muchos casos se han convertido en unicornios. Este ecosistema impulsa el MWC y, a su vez, también lo nutre. Al repasar este legado son innumerables los nombres que hay que citar, desde alcaldes de Barcelona como Joan Clos, Jordi Hereu o Xavier Trias hasta la alcaldesa de l‘Hospitalet, Núria Marín, pasando por los responsables de Fira.
. como Jaume Tomàs, José Luis Bonet y Agustí Cordón o ahora Pau Relat y Constantí Serrallonga. Y por supuesto, hace falta John Hoffman, director general de la GSMA y Català de l’Any 2022.
Se suele decir que Barcelona nace de grandes eventos como exposiciones o juegos mundiales, pero su legado es mucho menor que el del MWC.
