Las primeras semanas del mes de la Patria, el Carnaval, están dedicadas a la campaña electoral. Todavía hay una diferencia significativa con el objetivo de 27. Después de las elecciones municipales celebradas ayer, la autoridad electoral se centra en la preparación de las elecciones presidenciales y parlamentarias, que se celebrarán el tercer domingo de mayo, con los candidatos presidenciales.
El proceso electoral ha permitido pausas y omisiones, pero quedan cuestiones pendientes, y son muchas. La historia oficial está oculta, a veces persuadida y ni siquiera puede resolverse. La victoria ayuda pero el dinosaurio sigue ahí, como en el cuento de Monterroso.
A pesar de los innumerables aulicos, el arrodillamiento de una voz que antes había denunciado y ahora se cita en el remate de la indignación, el recuento de errores y desafíos, la exigencia de soluciones, apenas audible, debía continuar o comenzar. La distorsión de la realidad, el humo que intenta ocultar lo injustificable, merece ser rechazado. El paraíso de la patria nueva patrocina a quienes buscan conectarse con el proyecto presidencial a través de una plataforma virtual con delincuentes como protagonistas.
Esta es la nueva generación de la impunidad, aplaudiendo el desfile de asesinos a través de sus medios sin reacción de las autoridades. Es un colapso de las instituciones sólo atestiguado por la represión de los corruptos del régimen pasado, condenada con aclamación. Mientras tanto, el microcomercio se apodera de las esquinas y los pandilleros controlan los barrios.
Lo alarmante es que el crimen que pretendían combatir en el exterior resultó incontrolable en el interior, en prisiones que se convirtieron en reservas criminales inexpugnables. Los responsables discuten el problema como si prevenir y sancionar actuaciones dirigidas desde estos establecimientos no fuera su responsabilidad. Hoy, al final de su borrón y cuenta nueva, el jefe de Gobierno declaró que no había hecho lo suficiente para mejorar el sistema penitenciario.
Y no pasó nada. Puedes leer: Chistes recurrentes Apóstoles de la moralidad, leales al Cambio, decididos a mantener su influencia y la validez de la actual agenda anticorrupción y excluyente, a no interferir con la violencia y mucho menos entrar a la cueva de la prisión. Seguir este camino provocará quejas desagradables.
Por eso fueron frugales cuando la Oficina de Defensa publicó este informe sobre las condiciones de detención. Saben cómo mantener un tema en los medios y hacerlo desaparecer. Desde que esta publicación reiteró lo que sabemos, pero con el poder de la información, la situación ha empeorado.
Esto no es una especulación, el presidente no puede sorprenderse por las órdenes de asesinato, secuestro y fraude emitidas desde su detención. Promulgó leyes para regular el sistema penitenciario y se dice que conocía la necesidad de hacer frente a los delincuentes que acechaban en las cárceles. El terror no ofende a una sociedad degradada; tal vez el miedo obligue a actuar.
Hay cogestión en las prisiones, lejos de los milagros que repite el gobierno. La tragedia vence la superpoblación, las órdenes criminales afirman el poder de un grupo que no teme ser detenido por sí mismo. Si no nos ocupamos de los delincuentes, además de contar a los turistas, contaremos a las víctimas.