Cada tercer domingo de febrero se lleva a cabo la fiesta de Guloyas de San Pedro de Macorís. Santo Domingo.-La mayoría de los historiadores coinciden en que los orígenes de la festividad en República Dominicana se remontan al año 1520, durante el período colonial español. Esta es una celebración de la cultura e identidad dominicana, que casi siempre finaliza el primer domingo de marzo, como parte del Mes de la Patria.
También te puede interesar: Yiyo Sarante y Urbanda cerrarán el Festival Santo Domingo Este Cada domingo de febrero, dominicanos de todas las edades y de todas partes del país se reúnen en las calles, en sus pueblos o durante las fiestas en los pueblos vecinos, para disfrutar de los desfiles con sus familias y seres queridos. Algunos investigadores afirman que los primeros actos de carnaval tuvieron lugar durante la visita de Fray Bartolomé de las Casas, cuando sus habitantes se vestían de moros y cristianos. Sin embargo, es posible que estos eventos estuvieran asociados con ciertas fiestas religiosas y no fueran actividades festivas.
Esta teoría fue propuesta porque los estudiantes universitarios estaban haciendo presentaciones de arte, con disfraces y máscaras para las fiestas de Corpus Christi y St. Louis. Tomás en 1780.
Mientras tanto, en 1795, se realizaron carnavales por fiestas patronales, en honor a Santiago Apóstol, por Corpus Christi y carnavales, en el pueblo de Santiago de los Caballeros, que tuvieron manifestaciones desde la época colonial en el territorio de España. El Carnaval de La Vega es el carnaval más antiguo, grande y popular, seguido del de Santiago. Otras ciudades que organizan desfiles únicos son Santo Domingo, Montecristi, Bonao, Puerto Plata, Río San Juan y Barahona.
Los disfraces, máscaras y figuras místicas varían según la región y representan tradiciones y creencias populares dominicanas, que son tan diversas como la población del país. Los lechones son los personajes principales de las fiestas de Santiago y son una especie de diablo lisiado. Se distinguen por una máscara que representa la cara de un cerdo, con un hocico largo y grandes cuernos, así como por trajes elaborados, con incrustaciones de cascabeles y cuencos.
Su función es mantener el orden en las calles durante la fiesta, lo que intentan hacer agitando sus látigos en el aire. Los diseños de vestuario varían según la región. Destaca Los Lechones en Santiago; Los Taimáscaros, en Puerto Plata; Los Gulyas, en San Pedro de Macorís; Los Pintáos, en Barahona; Los Brujos en San Juan de La Managua y Los Chiveros en Dajabón, por nombrar algunos.
Robalagallina es un hombre disfrazado con un vestido precioso, con pechos y nalgas exagerados, y que además lleva una gran cartera. Durante los desfiles, viajaba con un paraguas y se detenía en las tiendas de comestibles para ver cómo estaban sus hijas, las jóvenes del pueblo que lo seguirían durante todo el desfile. Cabe señalar que durante la ocupación haitiana (1822-1844), todas estas tradiciones casi desaparecieron debido al sincretismo cultural y las fiestas religiosas.
Pero retomaron la independencia nacional el 27 de febrero de 1844, saltándose por supuesto las ceremonias religiosas y dando paso a verdaderos carnavales. Además de sus creencias religiosas, también está influenciada por África, cuya celebración no está ligada a fiestas o festivales nacionales. Estas fiestas se llaman fiestas cimarrones y la más famosa de ellas es la fiesta de Cabral, que se celebra durante la Semana Santa.