El Papa Francisco celebra la Misa del Domingo de Ramos en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, 24 de marzo de 2024. Domingo El Domingo de Ramos es el relato bíblico de la entrada de Jesucristo a Jerusalén , que marca el inicio de la Semana Santa y la Cuaresma. EFE/EPA/RICARDO ANTIMIANI Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco no leyó hoy la homilía que tenía preparada para la Misa del Domingo de Ramos, que abre los ritos de la Semana Santa y reúne a más de 60.000 fieles que llenan la Plaza de San Pedro.
. La decisión del Santo Padre, que no quiso leer la homilía para tener tiempo de reflexión personal, fue del todo inesperada, ya que no se esperaba que lo hiciera durante una celebración tan importante como el Domingo de Ramos y sorprendió a todos al no haciendo eso. Leer más: Papa pide promover la belleza en una era rica en tecnología pero pobre en humanidad Hace más de tres semanas, el Papa Francisco enfermó de gripe y desde entonces, aunque sigue su agenda, muchas veces no lee porque se siente cansado de dar largos discursos.
El pasado miércoles, durante la audiencia general, Francisco no leyó el catecismo preparado pero sí un colaborador porque, declaró, todavía no puedo leer, por el problema respiratorio que encontró. En esta ocasión, ningún colaborador leyó el texto y el Vaticano no ofreció de inmediato una explicación de por qué Francisco se saltó la homilía, algo muy inusual en una ceremonia tan importante como la de Cristo el Domingo de Ramos. Después de la Misa, Francisco celebra la oración semanal del Ángelus dominical, así como las llamadas y mensajes que siguen.
La plaza estaba decorada con ramas de olivo y palmeras que los fieles, monjas y miembros de la Curia portaban antes de misa. , para conmemorar la entrada triunfal de Jesús de Nazaret en Jerusalén. Antes de la misa, la procesión se dirigió al monumento central en la Plaza de San Pedro, donde fueron bendecidas las ramas del árbol.
Luego se trasladan al interior de la basílica en una de las ceremonias más antiguas del catolicismo, que data del siglo III y a la que hoy asisten 30 cardenales, 25 obispos y 350 sacerdotes.