Ruanda ha experimentado una fuerte recuperación y crecimiento económico a lo largo de los años, pero las cicatrices permanecen y la pregunta es si se logrará una verdadera reconciliación durante el largo reinado de Kagame. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, culpó a la inacción internacional por crear las condiciones para el genocidio de 1994, mientras los ruandeses recordaban el 30º aniversario de la matanza de unas 800.000 personas a manos de extremistas patrocinados por el gobierno. Ruanda ha experimentado un fuerte crecimiento económico y recuperación a lo largo de los años, pero aún quedan cicatrices y dudas sobre si se logró o no una verdadera reconciliación durante el largo gobierno de Kagame, cuando el levantamiento terminó en genocidio y toma del poder.
Muchos lo elogiaron por haber aportado una relativa estabilidad, pero otros lo criticaron por ser intolerante con la disidencia. Kagame presidió los sombríos servicios conmemorativos en la capital, Kigali. Entre los extranjeros presentes se encontraba una delegación encabezada por Bill Clinton, quien fue presidente de Estados Unidos durante el Holocausto, y el presidente israelí Isaac Herzog.
Los asesinatos comenzaron cuando un avión que transportaba al presidente Juvénal Habyarimana, un hutu, fue derribado sobre Kigali. Los tutsis fueron culpados del accidente aéreo y de la muerte del presidente, lo que los convirtió en blanco de una masacre perpetrada por extremistas hutus que duró más de 100 días. También fueron asesinados algunos hutus moderados que intentaban proteger a la minoría tutsi.
Las autoridades ruandesas culparon a la comunidad internacional por ignorar las advertencias sobre el asesinato, y algunos líderes occidentales han expresado su pesar. Después de dejar el cargo, Clinton calificó el genocidio en Ruanda como un fracaso de su administración. El presidente francés, Emmanuel Macron, en un vídeo grabado antes de la ceremonia del domingo, reconoció que Francia y sus aliados podrían haber evitado el genocidio, pero carecían de la voluntad para hacerlo.
Hace tres años, Macron reconoció la gran responsabilidad de Francia –el aliado europeo más cercano de Ruanda en 1994– por no impedir que el país africano avanzara hacia una masacre. Es la comunidad internacional la que nos ha fallado a todos, ya sea por desprecio o por cobardía, afirmó Kagame en su discurso tras encender una llama en recuerdo y depositar una ofrenda floral ante el monumento donde reposan sus restos de las 250.000 víctimas del genocidio en Kigali. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo en un comunicado: “Nunca olvidaremos el horror de esos 100 días, el dolor y la pérdida que sufrió el pueblo ruandés y la humanidad compartida que nos conecta a todos, cuyo odio nunca podrá superar”.
La composición étnica de Ruanda se ha mantenido prácticamente sin cambios desde 1994, siendo la mayoría hutu. Los tutsis representan el 14% y sólo el 1% de la población total de Ruanda de 14 millones. El gobierno de Kagame, dominado por los tutsis, prohibió todas las formas de organización étnica, como parte de sus esfuerzos por crear una identidad ruandesa unificada.