A finales de la década de 1940 y después del final de la Segunda Guerra Mundial, el escritor irlandés Samuel Beckett escribió la obra Esperando a Godot. Su publicación tuvo lugar en 1952, y al año siguiente salió a la luz. Se presenta como un teatro del absurdo.
Sigue vigente en la actualidad y es representado por compañías de teatro de Europa y Asia. Una breve escena de esto fue incluida por el director japonés Ryusuke Hamaguchi en su premiada película Drive my car (2021), basada en la historia de su compatriota Haruki Murakami, incluida en el libro Hombres sin mujeres. Si nos referimos a esta obra de Beckett, de la que sólo un pasaje de un minuto llegó a formar parte de la premiada película, es por su innegable parecido con el vacío existencial que sufrió el protagonista de la película interpretado por el actor japonés Hidetoshi.
. . Nishijima, impulsado por la desesperación por continuar su vida sin su esposa, le contaba historias en la cama, que luego volvía a contar a la mañana siguiente y las ponía en escena.
Volviendo a Esperando a Godot, es la historia de dos mendigos que esperan la llegada de alguien que nunca llega (Godot) para sanar almas perdidas y reconstruir vidas dañadas. Algunos escribieron que esta misteriosa figura tenía un parecido divino, pero el propio Beckett negó cualquier conexión religiosa. En la película, la obra del escritor irlandés aborda claramente la inocencia del protagonista masculino, que siempre espera algo de su esposa, y lo que él desea realmente no aparece porque ella también tiene el mundo propio y decidió aprovecharlo.
Él. La pareja perdió a su única hija y esto le provocó un trauma. Ella vive una doble vida que él ignora debido a sus viajes internacionales, ensayos, presentaciones y en cierta medida, la confianza que siempre tiene en su compañero de vida.
No lo sabe, no puede imaginar las complejidades de la mente humana y sobre todo la de una mujer con la que sólo comparte sexo mientras mira a la pared de su habitación, mientras escucha sus historias. La mención de Beckett, sin embargo, proviene de un lugar de lejana indiferencia. El verdadero protagonista de la película (que no resulta aburrida en sus tres horas) es el tío Vanya de Anton Chejov, cuyo tema central es la falta de visión de un hombre que no comprende ni aprecia el mundo interior de su última esposa.
ante una serie de complicaciones, afirmaciones superficiales y criterios erróneos sobre el papel de la pareja tanto en la familia como en su vida personal. Esta es básicamente la película que ganó el Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera. (Disponible en Netflix).
