Por: Dra. Ana Carolina Báez A. – Nutricionista Clínica/ @dra.anacarolinabaez La enfermedad inflamatoria intestinal – EII, es una enfermedad crónica, multifactorial, caracterizada por inflamación, con períodos de actividad y remisión.
Está representada por dos entidades: la enfermedad de Crohn en la que cualquier punto del tracto gastrointestinal puede verse afectado (boca, esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso) y la colitis ulcerosa en la que la inflamación se limita al intestino grueso. Dada la naturaleza de la enfermedad, donde se ven afectadas áreas anatómicas que absorben nutrientes, esto sugiere que puede haber una estrecha relación con la dieta y el estado nutricional del paciente afectado. Los problemas nutricionales pueden presentarse hasta en un 85% de los casos: el bajo peso y las deficiencias de determinadas vitaminas y minerales, como hierro, zinc, vitamina D, entre otros, suelen ser problemas más comunes.
El sobrepeso, la obesidad y la sarcopenia (masa, fuerza y función muscular reducida) son cada vez más comunes y son predictores de complicaciones. Existe evidencia de que la dieta puede desempeñar un papel importante como medida protectora o causante de esta enfermedad, especialmente por el impacto de la dieta en la microbiota intestinal (conjunto de complejos de millones de microorganismos que viven en los intestinos y son considerados el principal organismo humano). organismo).
sistema inmunitario). La lactancia materna, primer alimento de la vida, se considera un factor protector frente al desarrollo de la EII. Dietas como la mediterránea, por su alto contenido en fitonutrientes, polifenoles, fibra, omega 3 y aceite de oliva, tienen efectos antiinflamatorios y antioxidantes, que pueden reducir la aparición de la manifestación del acné.
Por otro lado, la dieta occidental es rica en alimentos procesados, rica en grasas animales, omega 6, azúcar, aditivos, baja en fibra, frutas y verduras, y baja en vitamina D y micronutrientes en general, provoca cambios en la nutrición. sistema intestinal. microbiota, inflamación y mayor riesgo de EII.
No existe una dieta específica para los pacientes con EII. La exclusión de determinados alimentos, de forma temporal y acompañada de consejos nutricionales, puede mejorar los síntomas y contribuir a la recuperación de los pacientes que padecen la enfermedad. La exclusión decisiva del azúcar, los aditivos y los alimentos procesados, una dieta mediterránea adecuada y la actividad física son factores clave para mejorar la salud intestinal y la nutrición, así como la calidad de vida del paciente.
Esta columna es una sección educativa de la Sociedad Dominicana de Nutrición Clínica y Metabolismo. Escribe tu pregunta a: articulos@sodonuclim.org / @sodonuclim