Julio C. Estrella, mi superior inmediato cuando era subdirector de ONAPLAN (Oficina de Planificación Nacional), aseveraba, cuando hablábamos de estrategia de comunicación, que quien puso a Bosch como líder fue Trujillo por centrarse acusaciones contra él y con frecuencia refutaciones calumniosas. Se trata del accionar del PRM, aparentemente con el objetivo de corregir el error de elegir a Guillermo Moreno como candidato a senador, para oponerse a Omar Fernández; instando a los funcionarios a multiplicar constantemente, como una especie de peregrinación, acciones a su favor, acompañándolas de agravios específicos contra la persona cuyo candidato habían hecho ganar.
Estrella, en su diagnóstico de las causas del liderazgo de Bosch, se basó en su experiencia como periodista en la escuela que dio forma a El Caribe. Puedes leer: Partido por la Igualdad, elecciones de mal gusto, salto al vacío Según el razonamiento del periodista económico, si Omar gana, su victoria debe ser para el Partido Revolucionario Moderno (PRM), que eligió un candidato inadecuado y ha orientado su campaña contra uno más joven y moderno que el presentado. por el partido que dirige, este nombre.
Doy testimonio de la certeza periodística de Estrella. Gracias a sus enseñanzas osmóticas, he mantenido mi relevancia en los medios durante 55 años sin ninguna formación o experiencia discernible en periodismo; incluso llegó a ser profesor en la escuela de periodismo. A juzgar por su desempeño docente, su diagnóstico es nefasto y aplicable a la candidatura de Omar Fernández.
Al centrar constantemente los ataques en Omar, mencionándolo, refutándolo y acusándolo a él y a su familia, tratando de confrontarlos y haciendo exhibir a sus ministros con actos de apoyo; Impulsaron su imagen, lo vieron como un candidato a la victoria, polarizaron la rivalidad entre un hombre que se había consolidado como un personaje nuevo frente a un enemigo exhausto de afrontar situaciones conflictivas de las que no lograba salir. Los estrategas electorales del PRM deben decidir en esta etapa si es posible cambiar la estrategia del candidato o de la campaña. Pero si su candidato finalmente es derrotado, incluso si gana la presidencia, se provocará una controversia interna que afectará el destino del propio partido, que ojalá no influya en el destino del Presidente de la República que lo impuso.