Al llegar a la estación María Montez, si no es un pasajero habitual de los trenes que llegan o salen de aquí, vivirá una experiencia extraña y sofocante por la cantidad de personas, vendedores y vehículos (carros, guaguas, y motoconchistas) que circundan la zona convirtiendo todo el entorno en un lugar totalmente caótico y arrabalizado.
Caos, contaminación, trajín, bullicio y arrabalización es lo que se observa y se vive en esa estación del Metro de Santo Domingo, al ser convertidos sus alrededores en un mercado público ilegal en donde se vende una diversidad de productos y mercancías originando un malestar generalizado a los peatones y vehículos que por ahí deben transitar.
Al ser una de las estaciones cabeceras en una de las localidades más importantes del Gran Santo Domingo (Herrera), por la gran cantidad de pasajeros que suben y bajan en ellas, decenas de indocumentados haitianos y dominicanos desempleados deciden emprender con negocios de venta de productos y mercancías de todo tipo sin permisos ni controles.
En coches de bebé, en triciclos, en destartaladas mesas, en burros especiales, en poncheras, en cajas, en carretillas o en cualquier cosa, decenas de vendedores desde que sale el sol empiezan la jornada de ofertar sus productos en las aceras próximas a las estaciones.