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Fue Noche en Madrid, de Pedro Nel Valencia

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En los últimos años, hasta ahora e incluso antes, el género más creativo de la prosa literaria en español ha sido la crónica.

En los últimos años, hasta ahora e incluso antes, el género más creativo de la prosa literaria en español ha sido la crónica. Hubo un tiempo en que se publicaban muchas columnas breves en revistas, en algunos campos especializados y en algunos periódicos; Este uso ha disminuido, algunas revistas han desaparecido, pero se siguen publicando y se siguen produciendo antologías. Por otro lado, las crónicas largas, que requieren la forma de un libro, están en su apogeo, ampliando así un género con antecedentes ilustres, como el de nuestro premio Nobel de literatura publicó dos crónicas clásicas: El cuento de un naufragio y. La noticia de un secuestro. Y todos los profesores que aún están vivos, tienen crónicas que parecen libros: hablo de Leila Guerriero, Martín Caparrós, Alberto Salcedo, Juan Villoro.

Pedro Nel Valencia decide llegar a España en 2001. Licenciado en periodismo, se dio cuenta de las dificultades para ejercer su profesión (“periodista en Colombia (…), en una época de innumerables masacres y asesinatos oye, marcó una calavera. noticia de que el disgusto hacia los paramilitares o la guerrilla podría suponer su muerte) y decidió establecerse en Madrid. Pasó diez años allí, cuatro de ellos como trabajador ilegal, y Noche en Madrid narra la vida de un colombiano ilegal en suelo español.
La palabra “trabajo negro”, en Más allá de lo feo que es , se disfraza de tecnicismo para representar la vida cotidiana de una persona atrapada en la paradoja existencial de intentar sobrevivir como alguien que no existe legalmente: «por las noches, voy a la revista a escribir artículos y luego visito una tienda de telefonía que vende tarjetas telefónicas prepago. Sí. Mi trabajo a tiempo parcial me da la oportunidad de trabajar como mayordomo temprano en la mañana, portero de traje y corbata durante el día, periodista cuando se pone el sol y. vendedor cuando el sol se pone en plena noche, las identidades son las de cuatro chicos en un día inmigrante: “mi mente sigue ahí, con mi hijo y mi familia (…) en mente sigo gastando. tiempo con mi país. De hecho, vivo mi tiempo personal, psicológico, cronológico y sociopolítico en ambos lugares. El inmigrante tiene una vida dividida: vive en un doble espacio y un doble tiempo (…). La mayoría de nosotros llegamos a un nuevo país con la idea de que en dos o tres años (este periodo de espera para los inmigrantes aparece en algunos estudios) habremos cumplido nuestros objetivos económicos para regresar a nuestro país. La realidad es otra (…). Los estudios globales muestran que la mayoría de los inmigrantes planean regresar a su país de origen, pero la mayoría no lo hace. niveles de empleo y supervivencia. Durante meses (¿años?) su habitación estuvo detrás del sofá en una casa donde todos eran inmigrantes, ahorró para enviarle dinero a su hijo, siguió -en el medio- de la habitación La enfermedad le quitará a su madre. Un libro difícil, contado sin aspavientos, con final feliz, una vuelta a casa.

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