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Caminantes dominicanos: una especie en peligro de extinción

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El tiempo pasa dejando atrás cambios en el entorno así como en los habitantes de una región, país o comunidad.

El tiempo pasa dejando atrás cambios en el entorno así como en los habitantes de una región, país o comunidad. Después de dos generaciones, se han visto claramente cambios en el medio ambiente y en el estilo de vida de las personas. Santo Domingo, ciudad originaria de América, nos ofrece una ciudad modelo con sorprendentes transformaciones dignas de atención por parte de sociólogos y psicólogos interesados ​​en el hábitat y el comportamiento profundamente analizados. El flujo de tráfico es tan concentrado, denso y lento en determinadas zonas a determinadas horas del día, que desplazarse es mentalmente traumático no sólo para el conductor, sino también para los pasajeros que caminan.

Aceras. Originalmente diseñados para la circulación de la gente común y corriente, se han convertido en estacionamientos, fábricas o lugares populares de venta y compras. Hormigón roto, hoyos, basura y la indiferencia de autoridades, vecinos y propietarios han contribuido a que transitar por estos espacios urbanos sea un grave peligro. Las zonas recreativas como parques y bulevares son tan peligrosas que las personas cautelosas optan por no montar en bicicleta para no ser víctimas de los numerosos motociclistas antisociales y sin escrúpulos cuya misión principal es robar sus pertenencias a peatones inocentes. El escritor fue víctima tres veces, con algunos meses de diferencia, cerca del Jardín Botánico, sin que un perro leal lo acompañara para protegerlo.

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Cuando la gente ve a alguien caminando por determinadas zonas urbanas y se preocupa un poco, nos aconsejan no cruzar por estos lugares ni de día ni de noche.
Hablamos de cambiar el sedentarismo, recomendamos caminar para mejorar el aparato locomotor función y circulación, olvídate de intentar caminar en el ambiente ¿Cuál es el riesgo? La densidad del tráfico urbano y las emisiones tóxicas que conlleva, principalmente monóxido de carbono, son aterradoras. El calor generado por el tráfico de automóviles es enorme, al igual que el ruido que genera.

Es una locura ver a decenas de miles de automovilistas salir al mismo tiempo para ir a la escuela y al trabajo, obstruyendo las vías. sin una alternativa oportuna y viable al transporte público en tren y autobús.

Salir a correr o simplemente caminar solía ser divertido. La vigilancia constante se parece más a la prisión. Hemos abandonado nuestro deseo de crear un ambiente sano y seguro con el propósito de beneficiar a la niñez, la edad adulta y la vejez. Es doloroso saber que la seguridad es sinónimo de encierro, mientras que las calles son sinónimo de peligro, miedo y ansiedad.

El estilo de vida al aire libre que la familia como núcleo de la sociedad puede beneficiarse de una vida sana y segura ambiental . Para ello, debemos crear las condiciones necesarias para esos objetivos. Los residentes y las autoridades de la ciudad tienen la capacidad de restaurar el antiguo patrón de tráfico de peatones. Restablezcamos nuestro bipedalismo natural permitiendo la circulación peatonal urbana.

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