CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Es el cuerpo y el sonido los que sustentan la historia; es Momma, una joven que graba sonidos para crear una obra auditiva. Es una actriz expresándose y contando la historia de su personaje, escrito por Talia Yael; Fueron la actriz argentina Dai Liparoti y el director Diego del Río quienes tuvieron la idea original. Es este trío el que crea un monólogo encantador; delicada y profunda, sensible y aventurera.
En Momma, nos cuenta eventos basados en sonidos creados en ese momento y grabados en una computadora portátil en el escenario. Ella, con auriculares y micrófono, examina, registra y comparte el significado de cada sonido. Apagamos el celular en el bolsillo y vivimos en un espacio íntimo, como si fuera su habitación, donde solo había un sillón viejo, una mesita y una maceta que casi ya no existía. Mamá es el nombre de la abuela que, vestida casualmente, con tatuajes visibles y el cabello recogido, nos guió por nuestra infancia de reuniones familiares, donde entre tanta gente, la soledad es abrumadora. Talia Yael no habla directamente, usa metáforas, lo cotidiano, lo trivial se vuelve trascendente, el caos refleja orden.
Durante estas comidas familiares, la Madre transmite lo aprendido, quien ama el fuego, tiene sido marcado. Vergüenza corporal, condena de la tía, críticas de los familiares y ignorancia de la madre. Los secretos no se revelan, ni siquiera en el escenario, y están simbolizados por la mordida de un tiburón al sumergirse en el agua de una piscina.
Lenguaje lleno de expresiones Refranes coloquiales argentinos y camiseta Ella es una prostituta y su forma de Hablar es muy reconocible. Realidad y ficción se mezclan hasta contar una historia real a través del cuerpo; Es el cuerpo que guarda recuerdos, el cuerpo herido, el cuerpo humillado, el cuerpo que la identifica consigo misma y es lo que quiere poseer.
Los detalles que cuenta Madre cobran un nuevo significado como esta y aquella pieza, para una visión más completa, una experiencia que no entra por la cabeza sino a través de los sentidos, la atmósfera sonora y las emociones que evocan los hechos que narra.
El espectador se acerca, muy Se cierra, en el Foro Salvador Novo del Teatro la Capilla, todos los jueves (Madrid 13, Coyoacán), y observamos la subida y bajada de Las ondas se marcan en una pantalla de ordenador en función del tono y volumen de la voz o sonido que se emite. producido. Una espectadora se convirtió en su mejor amiga, por el nombre que llevaba, y le prestó sus auriculares y le regaló un alfajor. Acompañar la escena en la que nos proyectamos y observar sus reacciones; cómo apreciaba el alfajor, cómo se conmovía y se secaba discretamente las lágrimas.
Madre es una obra conmovedora, compuesta de pequeños detalles, como el delicado bordado que teje una flor. La actuación de Dai Liparoti es muy natural, surrealista, hermosa y sincera. Miraba al público como criaturas tan cercanas que sentíamos que estábamos allí, colándonos en su habitación mientras él hacía ruido y nos contaba lo que pasaba en las barbacoas familiares de esta familia; como esta amiga sentada en el suelo con sus auriculares puestos.
El director la guió y la contuvo, creando un espacio de confianza donde ella podía expresarse y comienzan los acontecimientos que hirieron su corazón. Pero al perdón se le sumó el dolor, y al final, madre e hija se abrazaron durante mucho tiempo, dándose cuenta de su amor.