La Ciudad de la Luz ha sufrido un apagón espiritual histórico. Nada más que entre el majestuoso, único y hermoso desfile de las delegaciones de atletas en el poético escenario del río Sena, con bellas y creativas presentaciones de arte y música clásica; bajo la supervisión de más del 70% de los franceses, católicos y millones de católicos, sobre todo en América y el resto de Europa; abrumado por la sorprendente, vulgar e irónica sátira olímpica de la obscena representación de la «Última Cena» (da Vinci) de Jesucristo con sus apóstoles. Quizás la burla más grotesca, descarada y descarada jamás hecha a los atletas cristianos y al mundo cristiano, a sus causas, sus motivos, sus conspiradores y sus hacer el mal.
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Semejante idea no se puede imaginar. Sin embargo, no hay duda de que muchos serán los responsables de esta parodia de los absurdos mefistofélicos y de esta fiesta en torno al famoso fresco de Leonardo da Vinci.
Audaz e insultante para toda la cristiandad. Aplastada ante toda la antigua civilización de Occidente, fundada y construida sobre el cristianismo; y para sorpresa del resto de la humanidad civilizada y razonablemente educada. Y sin embargo, ante los ojos estupefactos de los atletas de los países participantes, gente de honor y disciplina, la mayoría gente de fe; en medio de la procesión hacia el gran evento «mente sana en cuerpo sano».
Los cristianos, así como todas las personas, autoridades y ciudadanos de la mundo, debemos exigir disculpas y explicaciones claras y convincentes, si es posible, sobre la naturaleza de este incidente.
Que no veamos esto simplemente como una simple oposición entre la homosexualidad y los valores cristianos. Pero algo mucho más complicado y peligroso; tal vez, por iniciativa de grupos que se oponen o conspiran contra Occidente, o de aquellos que rechazan y desean reemplazar la cultura occidental. No excluya a grupos étnicos de diferentes regiones del mundo con proyectos participantes que los propios europeos no necesariamente comprendan.
de nuestros valores y costumbres.
Con el Obispo de Higüey, Monseñor Jesús Castro, esperamos las oportunas explicaciones y disculpas; requerido ceremonial y oficialmente por nuestros líderes, primeros ministros y embajadores.
Casa de Nuestra Señora, madre de nuestra devoción; La Ciudad de la Luz irradia oscuridad y nos sacude, mostrando hasta dónde ha llegado la tolerancia liberal, impía y depravada.
En cuanto a nosotros, los monjes dominicos deben ser advertidos de que estos acontecimientos no solo protegen intereses y “ valores legítimos”. “segmentos particulares” de la humanidad, pero parecen ir ante todo contra todo lo que significa identidad, nacionalidad y cristianismo, es decir, contra Dios, la patria y la libertad; Especialmente contra cualquier país o grupo que represente estos valores fundamentales.