El Presidente de la República, Luis Abinader Corona, está decidido a impulsar y lograr la reforma constitucional. Lo ha dicho y está avanzando en esa dirección.
Ha declarado que sus motivaciones para modificar la Carta Magna son esencialmente dos: fortalecer la independencia, el establecimiento real y efectivo de una fiscalía y la introducción de un bloqueo constitucional necesario para evitar que un futuro presidente reforme sustantivamente la ley para poder ganar nuevamente la reelección.
En sus proyectos buscó establecer que la Procuraduría General de la República (PGR) debe ser designado por el Consejo de la Judicatura Nacional, antes de remover a este funcionario de este organismo.
Además, propuso modificar el artículo 268 del Pacto Político para mantener, como disposición, que la Constitución sólo podrá ser modificada en 2034. El futuro es incierto.
Creemos que sí, a diferencia de otros políticos con condiciones similares. Y el soberano limita su propio poder jurídico. Esto es algo especial en un político.
Si Abinader, quien también es líder del gobernante Partido Revolucionario Moderno (PRM), logra sus objetivos, la reforma de la Constitución número 30 en la historia de nuestra república llegar a la verdad.
Pero en política todo crea lo contrario, así como en otros ámbitos de la vida personal o social, por leyes de la dialéctica, hay sectores que se oponen a la propuesta del Presidente.
Esto era de esperar.
Creen que actualmente la reforma constitucional no es necesaria. Aseguraron que la Fiscalía ahora tiene autonomía y que la Constitución tiene disposiciones. Incluso llegaron a afirmar que la posible reforma constitucional antes mencionada era voluntad del Presidente.
Creemos que la inacción de la PGR por un tiempo considerable es necesaria y oportuna. Esto reforzará su autonomía actual y la independencia deseada. Eso estaría bien.
Ahora, en lo que respecta a los candados, creemos que no tiene por qué ser tan complicado para lograr una mayor estabilidad de la Constitución y evitar la continuidad de la ira de algunas palomas dictatoriales o trujillos enojados. .
Tenemos una propuesta sencilla y eficaz: basta con modificar el artículo 272 de la Convención Básica para que en lugar de exigir la participación en el trigésimo referéndum, el número de inscritos para votar en las elecciones aumente a más de la mitad de estos ciudadanos.
Será igual al número ¿Es necesario que se apruebe la reforma, siempre o en las circunstancias establecidas? Esta sería una medida más democrática para limitar las reformas constitucionales inapropiadas y egoístas por las que tanto hemos sufrido.