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Infancia y familia, ¿protección o riesgo?

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El origen de la violencia contra los niños en la familia radica en los hábitos de los padres.

El origen de la violencia contra los niños en la familia radica en los hábitos de los padres. La existencia de una legalización del uso de la violencia física, verbal y psicológica contra niños y adolescentes con lo que llamamos «pelas» aboga por la permisibilidad del maltrato infantil y reproduce una lógica que define a los niños y adolescentes como un objeto y no como un objeto. un objeto. como tema.

Además del uso de la violencia en las actividades de los padres, también hay actos de violación sexual e incesto que tienen profundas raíces históricas en la sociedad estadounidense debido a la permisividad y legitimidad impuesta por el poder patriarcal en el familia y en la sociedad. estructura sociopolítica de nuestra sociedad (tiranía trujillista).

Muchas familias confirman que los hombres consideran a sus hijas y adolescentes como objetos sexuales aunque sean sus padres, hermanos, tíos y/o cónyuges. Asimismo, obtener beneficios económicos entregándolas a hombres necesitados en matrimonio o para explotación sexual.

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Nuestra sociedad ha puesto en la familia Como en una estructura social, la responsabilidad de socialización y protección de la niñez y la adolescencia no necesariamente se cumple. Por el contrario, muchas familias no reconocen los derechos establecidos de los niños, niñas y adolescentes, sino que por el contrario, los consideran de su propiedad.

La práctica de la violencia doméstica recorre toda nuestra historia social y ha sido completamente normalizado y aceptado. Asimismo, actos de incesto y abuso sexual.

La familia es (en muchos casos) el primer lugar donde se produce el abuso físico y sexual y/o la entrega de hijos e hijas con fines sexuales y/o. o explotación económica. Reproducen la desigualdad entre los sexos, el ejercicio del poder masculino con el consiguiente incesto y abuso sexual.

La falta de un régimen de castigo eficaz para el abuso infantil facilita y continúa este comportamiento. Los derechos de los niños, niñas y adolescentes son desconocidos y negados en nuestra sociedad.

La falta de acceso a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, así como a los derechos sobre la sexualidad y la reproducción en nuestro sistema educativo, resultando en una desprotección integral para nuestros niños y jóvenes, quienes no cuentan con las herramientas necesarias para enfrentar los peligros oportunidades de acoso y abuso sexual que los niños sufren cada día en contextos familiares y sociales.

Identificar casos del crimen, la violencia y el abuso sexual contra los niños como individuos «aislados» niegan sus orígenes estructurales y la necesidad de cambiar los imaginarios culturales que perpetúan el adultocentrismo y el autoritarismo impregna toda nuestra sociedad.

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