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11 de Septiembre: 23 años de los atentados terroristas en Estados Unidos

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Los atentados del 11-S redefinieron los riesgos y amenazas desde la óptica de la seguridad nacional a escala global. Hay un antes y un después en el protocolo de la aviación comercial y en el transporte de carga marítima.

Al conmemorarse el 23 aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se mantiene presente en la memoria colectiva el dolor provocado por la tragedia a muchas familias que perdieron seres queridos que dignamente trabajaban o casualmente se encontraban en las proximidades de las instalaciones afectadas.

Estos eventos lamentables pusieron fin a la tranquilidad y a la inercia en la que se encontraban muchos países tras el fin de la Guerra Fría y los acontecimientos que se registraron en el marco de ese periodo, entre ellos, la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Los atentados del 11-S redefinieron los riesgos y amenazas desde la óptica de la seguridad nacional a escala global. Hay un antes y un después en el protocolo de la aviación comercial y en el transporte de carga marítima.

Al cumplirse un aniversario más de esos lamentables acontecimientos, nos proponemos esbozar un panorama de cómo ha cambiado el mundo desde entonces, a propósito del auge inusitado del terrorismo en sus diferentes manifestaciones, que varía de acuerdo con la ubicación geográfica; características étnicas, políticas, religiosas y ambientales; así como las relaciones estratégicas o coyunturales de un país determinado.

En el sentido más lejano, citamos la amenaza terrorista que se cierne sobre varios que de una manera u otra confluyen en el conflicto entre Israel y Palestina, sin que a la fecha se vislumbre un alto al fuego que conduzca a la ansiada paz, la armonizaron de las relaciones y una salida viable, que para analistas geopolíticos consultados, se centra en el establecimiento y en el reconocimiento de ambos estados.

Sobresalen los ataques con drones y otras herramientas tecnológicas por parte de los hutíes, un grupo insurgente de Yemen, que tiene una especie de sincretismo entre lo político y lo religioso, tal como sucede con los talibanes en Afganistán, que desde que tomaron el poder han acorralado a la población civil, y afectaron a grupos vulnerables como las mujeres, con el quebrantamiento de sus derechos.

En naciones africanas se han vuelto frecuentes actividades ilícitas que lesionan el ecosistema, consideradas como terrorismo ambiental. De hecho, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señaló lo siguiente: “La inestabilidad y los conflictos favorecen la expansión del terrorismo en África”, de acuerdo con un título publicado en su portal virtual, con fecha del 10-11-2022.

Mientras que en el sentido más próximo, Europa atraviesa por momentos difíciles, porque el terrorismo ha disparado las alertas al evidenciar cambios en su comportamiento. Aunque recientemente fueron suspendidos unos conciertos que la cantante estadounidense Taylor Swift tenía pautados en Viena-Austria, tras confirmarse la orquestación de un atentado, ya no solo se trata de lobos solitarios que actúan contra personas indefensas, sino de movimientos de protesta de corte violento que afectan instalaciones estratégicas y atentan contra la estabilidad política, social, económica y la propia seguridad, como ha sucedido en Francia.

Estas manifestaciones sociales se escenifican en los suburbios de las ciudades donde se ubica una parte importante de la diáspora musulmana, que ha mostrado problemas de adaptación, discriminación y estigmatización en países que si bien les ofrecen libertades, tienen leyes que muchas veces colisionan con su ideología religiosa y sus valores.

La migración, sobre todo el debate que gira en torno a los refugiados y su comportamiento, que ha redefinido la seguridad interior, ha derivado en cambios políticos importantes, se destaca el espacio que viene ganando la derecha en el Parlamento Europeo e internamente en países que forman parte de ese mecanismo.

En el caso de Estados Unidos, la amenaza terrorista se mantiene activa, por los intereses geopolíticos propios de una nación hegemónica, que actualmente atraviesa por un proceso de proselitismo político que redefinirá su dinámica interna en el corto plazo.

Como se aprecia, la rearticulación del terrorismo, con el uso métodos más sofisticados, demandará de una mayor inversión en seguridad y defensa, pues de ambos aspectos dependen la estabilidad y el desarrollo de las naciones.

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