Dios es primero. Este tema fue manejado hábilmente por el Padre Gerardo de Óleo, el sacerdote destinado por Dios a bautizar a mi ahijado, Alfredo López Ariza, precisamente en su parroquia, San Juan Bautista.
Como señal del cielo, el día decidió entrar a la iglesia fue el 24 de agosto, fiesta de San Bartolomé, quien evangelizó Armenia y fue martirizado, su bisabuelo natal Alfredo.
Nada es casualidad; Nuestras vidas están ordenadas por la mano de Dios cuando le dejamos guiar. Una señal importante que capté del gozo del Padre al recibir a Alfredo en Su iglesia fue que las puertas se abrieron ese mismo día para recibirlo. en un grupo posterior buscará ser confirmado. Todo esto fue posible porque Alfredo tenía plena conciencia y ya no deseaba ser católico.
Hay que recordar que el bautismo es el sacramento de iniciación cristiana y de ingreso a la Iglesia. A través del bautismo, el Espíritu Santo nos limpia del pecado original y somos llamados a vivir una vida de fe y amor de acuerdo con los valores del Evangelio como miembros del cuerpo de Dios en quien Él es la cabeza. Para los adultos no bautizados, es importante recordar que nunca es demasiado tarde para formar parte de esta comunidad de fe. La Iglesia siempre abre sus brazos para acoger a quienes quieren acercarse a Dios y vivir en su luz. El proceso de preparación y recepción del sacramento del bautismo se convierte en un camino de transformación con la gracia divina. La posibilidad de pertenecer a la Iglesia y participar de sus sacramentos se da a todos, sin importar edad u origen. Esta es una gran oportunidad para una nueva vida.
Junto con Alfredo, mi ahijado, felicito calurosamente a todos los adultos que han decidido dar este valiente paso, asegúrese de bautizarse en plena conciencia, en. fe. y emprende tu camino espiritual. Este acto de fe es una poderosa evidencia de tu deseo de crecer y vivir según tu fe. Asimismo, felicito a aquellos padres que deciden bautizar a sus hijos en las primeras semanas o meses de vida, encomendando su vida al Todopoderoso. Su elección refleja un profundo amor y deseo de guiar a sus pequeños por el camino de la fe y la esperanza. Que cada uno de estos momentos del bautismo sea un recordatorio del amor divino que abraza tanto a adultos como a niños en la comunidad de creyentes.