Entretenimiento

Una imagen pública costosa

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Pétalos de rosa Lo que le pasó a Duarte fue de lo más patético, romántico y cruel: mostró honestidad incluso mientras vivía literalmente en el exilio.

Construir una imagen pública o convertirse en una figura, en cualquier sociedad, es costoso y más en una sociedad en desarrollo subdesarrollada, donde los chismes, el espectáculo, los chismes y las calumnias -gratuitamente- pueden adquirir marca. estatus de patente o convertirse en moneda común. Y llega al punto que Cayo Suetonio Tranquilo -historiador, biógrafo y cronista- es un referente imprescindible para investigar y profundizar en la vida de los Césares: sus virtudes, sus defectos, sus extravagancias, sus aventuras, sus costumbres y sus viles. instintos o paradojas. Pero el autor, más revelador que especulativo, ha sufrido, con el tiempo, una reputación exagerada o difamatoria, ignorando quizás el riesgo de denunciar la excentricidad, el exceso, la extravagancia o el lado oscuro de las figuras públicas más aterradoras, poderosas y odiadas. . amado de la antigua Roma. Sin duda un escritor polémico, a veces oscuro, pero, sin discusión, un referente bibliográfico y anecdótico, si se quiere.
Tal vez, por la importancia, siempre, de aquella crónica histórica La frase -mentira o verdad – Que «la esposa de César no sólo debe ser honesta sino también parecerlo» sigue teniendo un valor intacto cuando hablamos de vida pública y de sospechas incuestionables. Quizás sea por eso que Juan Bosch, uno de nuestros líderes y figuras públicas, cuidó mucho su imagen pública y la convirtió en un referente inseparable de su virtud cívica que ni siquiera sus más acérrimos oponentes se atrevieron a tocar o transigir. pétalos de rosa Lo que le pasó a Duarte fue de lo más patético, romántico y cruel: mostró honestidad incluso mientras vivía literalmente en el exilio. No hay duda de que Bosch imitó a Duarte en el campo de la ética y la visión política: el servicio.

Y si nos fijamos bien, la política, como alguien la inventó ‘un – no recuerdo quién – es uno de los pocos negocios o actividades que se realiza sin capital; pero puede traer gloria y descrédito, porque el poder como objetivo final es siempre atracción, oportunidad o quizás ruina. De lo contrario, consideremos el origen de muchas fortunas y encontraremos el eslabón perdido entre el robo público y la calumnia más certera o falsa. Y ante la duda o la prueba sólo queda volver al momento en que Saramago inspiró esta cruda cita: «Hay quienes quieren recorrer la historia como si fuera una autopista».
No importa qué, nuestro país -o más específicamente: nuestra América- está lleno de fortunas injustas, políticos corruptos, columnistas con problemas de liquidez -también los hay respetables e irrespetuosos- y abundan los calumniadores. Sin embargo, lo que una figura pública no debe tolerar, a menos que guarde silencio y lo admita, es esta estructura, que suele involucrar a instituciones u organizaciones, principalmente partidos políticos, la dignidad y el honor familiar, o destruidas por trucos comunes encaminados a desprestigiarlo alegre o gratuitamente. la denuncia de la mentira como arma política o el abuso por parte de los medios de comunicación del arte de la calumnia y la condena sin prueba “de cosa juzgada”. Y este es el momento en el que los personajes públicos deben actuar, sin pereza y sin medias tintas, porque, aunque no se crea en ello, la moral, una vez cuestionada, sólo puede defenderse y compensarse fehacientemente ante un tribunal o, cobardemente. , ella escapó. bajo un antepasado débil o un apodo, pero este último camino es casi una inmolación pública, un hambre aceptada o un entierro en vida. Así que que nadie se confunda: también vivimos y morimos por la reputación (sobre todo si sabemos que, en nuestro país, existe un precedente: juicios exitosos contra difamación, calumnias, calumnias).

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