Una regla de oro en comunicación es identificar la audiencia para la que escribo. Tengo la oportunidad de tener un artículo semanal en uno de los periódicos más leídos de República Dominicana. Soy un comunicador atrapado en un mar de empresas que admiro. El domingo pasado, a unos metros visuales de mi puesto, estaba Sergio Ramírez, el escritor nicaragüense. Considero esta reflexión sobre lo que El Taiger significa para el pueblo cubano una deuda con mi sueño infantil del reguetón.
José Manuel Carbajal Zaldívar, conocido como nombre artístico El Taiger, es un rapero cubano que, después recibir un disparo en la cabeza, estaba entre la vida y la muerte. Un símbolo de solidaridad. En su nombre se encendieron velas en la Ermita de la Caridad de Miami y en el Santuario de la Caridad del centro de La Habana. En ambas fumadas estaba la misma oración por su alma. Su talento, sabe leer el lenguaje callejero y convertirlo en melodías capaces de hacer bailar a millones.
Para los lectores dominicanos, no es un número misterioso. La prensa lo ve como un rapero cada vez más en problemas a causa de las drogas, pero para muchos cubanos es una luz. Uno ha sufrido demasiadas caídas y de repente, como una pelota de béisbol, rebota en el bate y golpea el campo jugando con más fuerza en el campo de la vida. Un joven aplastado por tantas heridas existenciales que nunca perdió la alegría de reír con sus seres queridos y disfrutar de su familia.
Creo que hay una descripción de ‘El Taiger, que puede ayudar a los dominicanos a entender su trascendencia. Este es un hombre que trató de contentarse con poco. Emigró lleno de sueños y sintió el aliento de la derrota cerca de sus pasos, pero se puso de pie, trabajó con lo que vio y luchó por seguir haciendo lo que más le apasionaba, cantar. Ganar. Vio gente rica y luego prisión. Él no se rinde. Salió diciendo que podía seguir conquistando el mundo.
Los dominicanos entienden este tipo de fuerza espiritual. Un hombre tuvo todas las oportunidades para dejarse absorber por el lenguaje de la mediocridad y, en última instancia, unir a todo un pueblo ansioso de salvación. José Manuel Carbajal Zaldívar puede estar muerto, pero El Taiger no. Vivirá cada vez que su música se apodere de un ambiente y lo transforme en alegría.