VALÈNCIA (EFE/Nacho Herrero). Dana causó estragos en zonas de Valencia el martes, inundando miles de hogares y negocios, una ola que devastó innumerables pequeñas empresas y puso en peligro la vida de sus propietarios. Ha habido quien sabe casi perfectamente que no los volverán a abrir, quien navega por el barro de la incertidumbre y quien ya ha empezado.
Eva tiene dos hijos pequeños y una cafetería en Catarroja con cinco personas que habían trabajado y que aún no habían entrado, pero quién sabe quedó destrozado. En este momento, no cree que pueda volver a encarrilarse, al menos con la guía de ella y su familia. “No creo que se vuelva a abrir”, admitió
“No habrá ayuda, será dinero que tendremos que pagar de nuestro bolsillo y con dos hijos, esto es todo. imposible. No sabemos en qué estado se encuentra, pero los hornos, los congeladores, los baúles… todo ha desaparecido. Allí el agua alcanza los 2,20 metros”, admitió con resignación.
“Creo que no se puede salvar nada. Esto nos obliga a entrar en una nueva vida. Lo estamos repensando. Será difícil, pero intentaremos salir adelante, lo mejor que podamos», aseguró.
Pascual agachó la cabeza y se alejó con su mujer y su pequeña hija. Fue desde Alfafar en Valencia, a unos tres o cuatro kilómetros, fueron a casa de unos familiares a bañarlos, habría sido una semana inolvidable porque estaba abriendo un taller de tatuajes en Alfafar, pero habría sido porque lo perdieron todo.
El trabajo estaba hecho, todas las máquinas y ordenadores estaban instalados, pero también mantuvo todos sus trabajos como director de arte, profesión que ha comenzado a dejar de lado.
«Todo el negocio está instalado, cuya apertura está prevista para esta semana, y todo el equipo está en su lugar. Además, después de 25 años en la industria, imagina todo lo que ha armado. Reforma nueva, equipos nuevos y viejos, cual duele más que el nuevo. Toda nuestra vida, todo nuestro trabajo, fotos familiares, fotos de trabajo, máquinas, camillas… todo», resume.
«Ahora nos estamos replanteando todo. Buscar otro estudio o seguir otro camino, no lo sé. Nos queda un largo camino por recorrer hasta regresar. (El agua) derribó las paredes y tuvimos que hacer todas las obras nuevas… durante al menos un año estuvo inoperable”, agregó.
El domingo, con quince amigos, intentaron dejar ir de todo lo que nunca fue nuevo y también toda una vida de recuerdos del lugar en el que habían depositado parte de su esperanza.
Pascual no creía que no sólo ayudar “Hay personas afectadas por La volcán de palma «Me imagino que la ayuda llegará, pero si un ciego te cuesta 3.000 euros y hay cinco… sólo con ciegos, desaparecerá un hospital», calculó.
Con un negocio devastado justo cuando estaba a punto de abrir y una hipoteca sobre una casa recién firmada, el daño ya está hecho. «Tuvimos que resetear todo, empezar de cero. Todo», dijo.
Hay otro Pascual fuera. Durante quince años fue propietario de una pequeña empresa inmobiliaria en La Torre, distrito de Valencia, el más afectado por un “tsunami” de agua y barro que destruyó oficinas, muebles y ordenadores y el disco duro que utilizan para realizar copias seguras. . No hay ninguna «nube» en el sótano, que, después de cuatro días de arduo trabajo, parece haber sido completamente despejado de la destrucción visible desde afuera y donde pronto comenzará el trabajo, el trabajo que lo hará por sí mismo.
“Todo quedó destruido, teníamos más de un pie de barro adentro. Tuvimos que derribarlo y renovarlo todo, los bajos y los pisos de madera que quitamos. “Empezar de cero”, resume. A sus 46 años, se siente con fuerzas para arreglar las cosas, pero asegura que ésta será la última vez: “Si vuelve a pasar, lo dejaré”. como grupo de trabajo con las chicas en una oficina, si podemos recuperar algunos discos duros, al mismo tiempo renovaré la oficina para que podamos seguir adelante. No cuento con la ayuda, cuento con lo que tengo. Se puede, y eso es lo que pasa en este momento, si vienen son bienvenidos porque cualquier ayuda es mínima”, admitió.