Algunos de estos crímenes fueron cometidos con armas de fuego y, en varios casos, las víctimas recibieron golpes de manera brutal con objetos contundentes e incluso con las propias manos manchadas de sangre de sus agresores.
La mayoría de los feminicidios, según fuentes oficiales, ocurre en el contexto de relaciones de pareja, pero también en el ámbito laboral, en un país donde son desgarradoras las historias de muertes violentas por razones de género.
No es que el actual gobierno o los precedentes fueran indiferentes a esos lamentables sucesos, acompañados de la orfandad de la niñez y traumas familiares, sin embargo, las cifras advierten que las autoridades enfrentan, en el orden social, uno de sus principales retos.
También se cumplen 25 años de que la Asamblea General de las Naciones Unidas declarara el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en homenaje a Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, símbolo mundial de lucha de las féminas.
Hace apenas unas horas, las mujeres periodistas dominicanas se unieron para vindicar ante la violencia sistemática y estructural que afecta a niñas, adolescentes y mujeres en el país.
Alertaron sobre los feminicidios, los casos de violaciones sexuales contra infantes y adolescentes, discriminaciones, acosos y abusos en centros laborales.
Sostuvieron que cada año, los feminicidios y agresiones evidencian las fallas estructurales de una sociedad que aún permanece anclada dentro de las normas patriarcales.
«Este 25 de noviembre, vindicamos por la pérdida de decenas de dominicanas y las repercusiones fatales en las familias; abuelas, madres, hermanas, tías, hijas, son víctimas de una violencia enquistada”, declararon las profesionales de la comunicación.
La realidad demuestra que la parte masculina de la sociedad dominicana no ve como iguales a su contraparte femenina, de la cual abusa también en el hogar. No en pocos casos ellos ordenan y ellas obedecen.
En el país existe un arraigado machismo, sustentado en la creencia de la superioridad del hombre; los roles de género tradicionales se mantienen y asignan a ellas un papel de sumisión y dependencia, a las cuales relegan a tareas hogareñas y hay una cultura de la intimidación.
La violencia contra las mujeres y las niñas constituye una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas en el mundo.
Se calcula que, a nivel global, casi una de cada tres han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida y República Dominicana no escapa de esa realidad.