Juan Manuel Prida Busto visita cuatro veces al año Villaviciosa, una tierra que no olvida nunca. Juan Manuel Prida Busto, escritor cuya vida estuvo marcada por tres partes del mundo, tenía un vínculo inseparable con Asturias. Nacido en Santo Domingo, criado entre el Caribe y la ciudad de Villaviciosa, y profundamente influido por Japón, este autor encontró en Asturias el refugio al que siempre regresó. Su obra, que incluye más de una veintena de libros autoeditados, entre novelas y cuentos -el último, «No Press, No Time» se publicó este año-, contiene en cada libro páginas de experiencias que conectan sus tres cumbres culturales. «Me identifico como un triángulo de tres vértices. Genéticamente soy asturiano, geográficamente dominicano y espiritual o emocionalmente japonés», explica.
«Mis padres son asturianos y mi madre nació en Amanda. Aunque nací en República Dominicana, siempre estuvimos muy cerca de Asturias y visitábamos a menudo a nuestros abuelos», recuerda Prida. De pequeño vivió varios años en Villaviciosa. «Mi padre decidió volver a Asturias y vivimos aquí durante cuatro o cinco años cuando era niño. Estos recuerdos me han impactado profundamente.» Juan Manuel Prida habla con cariño del conejo, fresas y nata que preparaba su abuela en San Juan, de los viajes a Alsa por caminos antiguos antes de autopista, y de los veranos con su familia. “Asturias está en mi literatura porque está en mi vida. Es un lugar que siempre me ha inspirado, un lugar que llevo dentro de mí. »
Aunque pasó su vida entre Santo Domingo y otros destinos, Villaviciosa siguió siendo un lugar imprescindible para él, sobre todo porque su madre había decidido regresar para siempre a su tierra natal. “Ella me dijo: ‘Quiero morir en mi propia tierra’, y aquí está. Me hace venir más a menudo. Estoy aquí cada tres o cuatro meses y mi conexión con Asturias es más fuerte que nunca. »
Pero Juan Manuel no se limitó a sus raíces asturianas. Su triángulo vital incluye Japón, el país que cambió su vida y su cosmovisión. Su relación con Japón comenzó con un curso de 5 meses en Kobe, mientras trabajaba para el Banco Central de República Dominicana. “Cuando llegué aquí me sentí como en casa”, recuerda. Desde entonces, ha visitado Japón más de 30 veces, tanto oficiales como personales, y ha cultivado una profunda amistad en este país. De hecho, uno de sus libros incluso fue traducido al japonés, detalle que regaló a sus amigos japoneses en el 30 aniversario de su primer viaje.
«Hay algo especial en la literatura japonesa», Juan Manuel Comentó con admiración. «Ella es muy singular en su forma de contar historias. Por encima de todo, los escritores japoneses tienen una sutileza que me fascina. Dos grandes clásicos japoneses, ‘Genji Monogatari’, son el equivalente a Don Quijote nuestro, y ‘El libro de la almohada’, fueron escritos por mujeres. «Oriente tiene una cultura y una literatura muy ricas que nos han pasado desapercibidas durante siglos», afirmó el escritor.
Juan Manuel también recordó su paso por la Embajada dominicana en Washington, donde estaba destinado. Asesor ministerial y vino. Dirigir una misión diplomática como encargado de negocios. También dirige el Museo Numismático y Filatélico de Santo Domingo, destacando que su vida estuvo marcada por el aprendizaje constante y ricas experiencias culturales. “Mi vida ha sido un viaje entre culturas, pero entre ellas siempre vuelvo a Villaviciosa”, afirma el autor. “Se dice que no es donde uno nace sino donde uno pasta”, reflexiona. Y, en su caso, Villaviciosa, con su serenidad, sus paisajes y la calidez del arraigo familiar, sigue siendo el lugar donde este hombre de tres picos encuentra la paz.
(Este reportaje fue publicado originalmente en Asturias Exterior )
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