Velonera, el artefacto barrigón que llevaba la música a todos los rincones en régimen de autoservicio, fue un elemento clave de la cultura pop de los años 50 del siglo XX
Mañiñí González -gordita, testaruda y amable-, situada en su concurrido bar, frente al parque Abreu de San Carlos, ha atraído a generaciones de destiladores. Su pasión por la música devora sus penas y alegrías acompañada de unas cervezas, una jarra de ron o simplemente un vaso de refresco Colorado. De este modo se almacena un tesoro de datos en el disco duro: memoria.
Desde mi infancia, al igual que el cine, la radio, la grabadora y la televisión, la magia de Wurlitzer forjó una pasión que todavía cautiva yo hasta el día de hoy. En el balneario El Chorro, en la paz climatizada de Constanza con mi familia, en los bailes ruidosos y rápidos de Güibia, donde me llevó mi primo Pacho Sardá, en las tabernas cutres y en los bares y el restaurante tiene aire acondicionado, la meta es UNA. Pongamos a los más pequeños en esta maravillosa máquina para satisfacer mis pedidos musicales favoritos.
Con el amigo de la infancia Güigüí Pérez, hicimos un episodio sobre la arqueología de la memoria en el Piano Bar del Club Naco, un verdadero refugio para Sobrevivientes de San Carlos: para complementar el repertorio musical del concurrido bar de Mañiñí de los años cincuenta y principios de la década de 2000. 60. resultados.
En la vibrante escena del mariachi, Jorge Negrete repartió a la linda y querida Paloma Querida, Ay Jalisco no te rajes, La Valentina, Cocula y México. Él mismo canta con Despierta y Flor de Azalea, realzado por las cuerdas y la voz del Calaveras Trio. Pedro Infante, el otro “gallo cantor” con su timbre gentil y una simpatía sin precedentes, nos envolvió en la atmósfera evocadora de Cien Años (“Pasaste por mí/con una mirada de asombro oh para siempre/Tus ojos nunca miraron/se volvieron hacia mí/yo te vio sin «Si me viste/te lo dije pero no oíste/Y toda mi amargura/se perdió ahogándose en mí»). Gritó suplicante Que salga la luna, Bésame mucho, Tú y las nubes («me vuelven loca»), y agonizó por un amor dorado en Un mundo extraño Cuco Sánchez, se dividió, aportó Tres corazones y. la molesta cama de piedra que cantan los niños del barrio
Desde su tierra natal y la maravillosa La Voz Dominicana, Elenita Santos refresca el ambiente con Ritmo de Salve, Saludo a las Auroras, Besándote, Cuando te besaré You Again y Ángel Viloria, radicados en Nueva York como puesto de avanzada de la Gran Migración, con el maestro saxofonista jaleos de Raymond García y la voz cristalina de Raymond García. , nos llevó montaña arriba con La Cruz de Palo Bonito, Loreta, El Vironay y La Maricutane. Así, la encantadora Mañiñí Velllonera, como otras que amenizaron las jornadas en zonas vecinas del país, es una auténtica escuela de música. Por un vellón, una canción.
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