Las muertes, especialmente de jóvenes de barrios marginados, en enfrentamientos supuestamente con la policía, alarmaron a las iglesias y otros sectores de la sociedad, instando a esta organización a la moderación y la moderación.
Entidades y particulares expresaron su oposición y llamaron a la organización a recordar su nombre como organismo encargado de hacer cumplir la ley y reconsiderar sus acciones.
Irving de los Santos, 24 años, representante de una Iglesia evangélica pentecostal, lamentó que el arma para reducir la obediencia de los rebeldes fuera el fuego y, además, cuestionó la veracidad de muchas cosas que supuestamente fueron tiroteo.
“Incluso se registraron acciones que mostraban a patrullas abusando y no sólo matando personas sino también cultivando drogas. Esto se evidencia en las zonas empobrecidas, donde la voz de la autoridad humana es débil”, expresó
El pastor José Luis Pérez Brea, de la Iglesia Central del Faro de Salvación, en San Cristóbal, considera “los conflictos egoístas” un medio que la policía ha utilizado desde sus inicios para “mitigar”, como decían los mineros a cualquiera que quisiera apartarse del irrespetado recinto.
La abogada penalista María Casilla Ferreras denunció la lentitud del proceso los procedimientos contra los «uniformes» que iban más allá de sus funciones y las investigaciones dirigidas por la propia comisión policial, transformada así en juez y abandonada go.
«Lo más difícil para ellos es dar resultados. Ahora han matado a una niña, supuestamente mientras perseguían a delincuentes, la policía dispara cuando la vida está en peligro, no antes”, afirmó.
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