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Si David Pantaleón (SJ) realiza un estudio de su estilo de comportamiento, se convertirá en una persona influyente. Es alguien que es optimista, entusiasta y se adapta a la capacidad de compartir sentimientos verbalmente. Su música es una expresión constante de sus raíces, y tiene un elemento de valor que se aprecian los valores juveniles de hoy:
David reconoce al mundo como un juguete de hilo gigante con una gran melodía creada para cambiar la vida de las personas en la comunidad. Su llamado parece más que cantar, centrándose en cada canción en el medio para acercarse a Dios. San Ignacio siempre dijo que Dios es una comunicación basada en el amor, una comunicación basada en el amor y que el amor se demuestra más en el trabajo que en las palabras. Una de las canciones del grupo que lo explica se dice: «Afortunadamente, hay personas que no sueñan con una oficina y creen en un grupo de niños para cambiar la sociedad». En el fragmento firmado por Pantalón SJ, dice: Esta consistencia entre el discurso y la práctica se hizo evidente en Cuba, donde hizo su llamado para servir a aquellos que apreciaron a los más pobres por sus métodos simples y valientes. «Para aquellos que aman a Dios, toda la realidad coopera para mejor». Las cadenas vocales absorben y transforman la experiencia, tanto en lo bueno como en lo malo. Es difícil escuchar la canción de David, y es difícil no sentir esperanza. La audición es espiritualidad en el medio de nuestras vidas y recibe una dosis que cambiará la sociedad. Allí nos dio una producción especial titulada «Poetry Sal y cómo internamente». Recuerdo en una entrevista que escribí para las noticias jesuitas en Cuba, preguntándome si se sentía «importante» cuando era superior a la compañía de la isla. Me gustó su respuesta: «No hacemos grandes cosas, se trata de Dios. La vida religiosa es algo pequeño con amor».
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